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Pon la frase al revés CABO de tropezarme, una vez más, con la frase feliz de Graham Green: «El que busca a Dios ya lo ha encontrado». No siempre nos tropezamos con piedras o con cosas desagradables. Con frecuencia lo hacemos con personas, que hace largo tiempo que no veíamos, y por un no sé qué mecanismo interior hacía poco que la habíamos re– cordado: «¿Qué será de fulanito de tal?». Y «zas», a las pocas horas nos la encontramos. Ocurre a quienes estamos metidos en libros y lecturas que hay temporadas como que nos persigue una frase, un pensamiento, y lo leemos repetido aquí y allá. Esto me ha sucedido estos días con la frase de Graham Green: «El que busca a Dios ya lo ha encontrado». Esta reiteración me ha hecho reflexionar y co– locar la frase del revés: «Yo he encontrado a Dios y no le he buscado>>. Tal vez, los que tenemos a Dios sin esfuerzo, lo tenemos menos que el que lo busca y cree que no lo tiene. Esto no es un juego de palabras, es la clara verdad de que es más dichoso el que busca la felici– dad que el que la tiene y no la percibe, porque no la sabe gustar en las cosas insignificantes. Lo mismo ocurre con Dios. 53
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