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Cuando las orugas piensan (( Dicen que cuando las orugas piensan en Dios se convierten en mariposas». Tuve oportuni– dad de visitar, en un viaje a Thailandia, los invernaderos de mariposas. Quedé admirado ante la variedad y belleza de especies de mariposas. Allí hay que imaginarse que todos los gusanos «piensan en Dios», a juzgar por la maravilla, abundancia y colorido de estos insectos, cuyas alas se emplean para hacer bellísimos cuadros. No hay persona, por arrastrada que ande por la vida, que no pueda un día alzar el vuelo. Sufrir una milagrosa transformación. Hacer del lodo una vasija de perfumes. Dios está más presente en noso– tros que nosotros mismos. Y «los que pronuncian la palabra «Dios» -dice San Bernardo- anuncian la ful». El hombre, como el gusano, se agita y Dios le conduce. No es bueno insistir en lo malos que somos, sino animar a todos a ser mejores, a «pensar alguna vez en Dios», pues el solo pensamiento ya es el prin– cipio de la transformación, un comenzar a salirnos las alas. Siempre responde el sol con un golpe de luz a quien lo descubre, y delante del sol se aclara todo. 48
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