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Las dos naranjas N la revista «NUEVO MUNDO», revista de orientación pastoral, que editan los PP. Capu– chinos en Venezuela se publicó un artículo ti– tulado: «Las visitas al hogar». Habla sobre el valor de las «visitas» en la acción pastoral y el bien que se puede hacer en ellas. Su autor Stephen Hicken cuenta una experien– cia muy curiosa: Pasaba por cierto barrio y vio a una mujer parada en la puerta de un rancho. «La saludé -escribe- y, cuando ella me saludó, me acerqué. Me invitó a que pasara. En la conversación que siguió, ella me dijo que se llamaba Mariginia, tenía cuatro hijos, había sido abandonada por su esposo, era colombiana y llevaba catorce años en Venezuela. Vi– vía en un rancho mísero, húmedo y con muchas ra– tas que entraban y salían del rancho situado cerca de una torrentera». «Hablamos de algunas otras cosas pero lo que más me impactó de esa visita fue lo siguiente: Había dos naranjas encima de la nevera, probable– mente la única comida en la casa. Me regaló las dos, una para mí y la otra para mi familia. Esa mujer, que me pareció alejada para siempre, me regaló lo que para ella representaba la vida ... y apenas me conocía. Volví a visitarla más veces en mis vueltas por el sector, Mariginia es ahora catequista en su comunidad cristiana». 22

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