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La esquina del engaño N un programa matinal de Televisión Españo– la, dirigido por Jesús Hermida, se dio la curio– sa noticia de un pintor, cuyo nombre no re– cuerdo, que pinta con tal realismo que un perro se acercó a uno de sus cuadros que representa la es– quina de una calle a hacer «pis». ¿Qué es más fácil, engañar a un perro o en– gañar a un hombre? El pintor Murillo realizó gran parte de su obra en el convento Capuchino de Cádiz. Un fraile le lle– vaba todos los días la comida. -«Cómo me gustaría -le. dijo un día el fraile– tener en mi celda uno de esos bellos cuadros de la Virgen que usted pinta». El pintor puso la servilleta en el trípode y pintó para el lego el cuadro que hoy conocemos como la «Virgen de la Servilleta». Pero no quedó ahí la cosa, la confianza que tenía en el convento, le llevaba a hacer jugarretas al sencillo fraile. Un día pintó en la esquina de un claustro un puchero roto con los gar– banzos pegados en la pared y desparramados por el suelo. Al verlos, el hermano, movió la cabeza y con escobilla y recogedor se dispuso a limpiarlo. El pintor y el fraile rieron el engaño a carcajadas. Des– de aquel día los frailes llamaron a aquella esquina del claustro la «esquina del engaño». 19

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