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El graznido del ganso N cierta novela -que no es del caso citar- leí hace años la «fábula del ganso». Es muy sen– cilla. Dos enamorados pasean por un par- que. Y siempre, en el preciso momento, en que el joven le dice a ella: «¡Te quiero!», un ganso del lago lanza un potente graznido y tapa la voz del joven. Así una y otra vez el «te quiero» del enamorado queda anulado por el estridente graznido del ganso. El tímido muchacho aplaza, día tras día, su declara– ción de amor. El hecho hace pensar en muchos padres. -«Papá, tengo que decirte algo», comenta el hijo. -«Mira, ahora tengo que salir, en otra ocasión». -«Mamá, dice la chica, quiero contarte... ». -«Sí, ya me lo contarás mañana, ahora tengo que telefo– near..., tengo que ir a la peluquería... ». Y el momento de hablar nunca llega. Hasta que un día: -«Papá me voy al semina– rio... ». «Soy drogadicto». «De¡o la carrera». -«Ma– má, estoy embarazada». «Me caso». Los padres, gritos. El hijo, la hija: «Hace tiem– po que quise hablar con vosotros y nunca teníais tiempo». 18