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El saco de las tonterías '.'.:) Cuántas tonterías dice usted al día? No to– C., morse tan en serio, decir alguna tontería, es saludable. Eso al menos afirman los médicos. Yo sé una fabulilla: Cuentan que Dios da a cada hombre al nacer un saco lleno de tonterías. Hay que administrarlas bien porque al vaciarse el saco, el desdichado parlanchín se muere... La verdad es que a algunos les ha tocado en suerte un saco de tonterías muy grande, porque no se han muerto ya. Todos adornamos nuestros labios con tonterías: «El más docto se gradúa de tonto». Y esto hay que saberlo, porque lo más propio de la tontería, de la necedad, es no conocerse y tenerse por sabio. Imaginaos lo llena que está la sociedad de tonterías, las conversaciones, medios de comunica– ción social, radio, prensa, televisión, declaraciones de famosos ... No parece verdad que decir neceda– des acabe con la vida de nadie. A lo mejor cuando algunos terminan sus días sin saber de qué, sea que se les acabó «el saco de tonterías». Si así es..., po– díamos concluir, entonces, que para vivir muchos años conviene ser discretos y para vivir mucho y fe– lizmente administrar prudentemente el «fardel de tonterías» que se nos dio al nacer. 15

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