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PROLOGO Vivo a la orilla del mar, y he visto muchas ve– ces, abandonadas en la arena vie¡as barcazas, va– radas, que el tiempo, poco a poco, va destruyendo, hasta de¡ar a la intemperie sus podridos costillares. Y siempre recuerdo el aforismo chino: «En toda bar– ca podrida hay, por lo menos, diez clavos que apro– vechar». Trascendiendo el símil de la barca, en cual– quier libro, aún en el más sencillo, hay más de diez ideas que nos enseñan a caminar con sabiduría. Tal vez, -como decía Goethe- toda idea buena haya sido pensada ya, y hay que ensayar solamente pen– sarla otra vez. El relato más efímero, la noticia, el cuento, el hecho, la fábula o el caso más insignificante es sím– bolo o sugerencia, que puede provocar un sosega– do y esperanzador estado de ánimo. No aspira a más este libro: «Dios de perfil y ochenta minifábulas más». Comentarios leves para gente con prisas. F.M. 7

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