BCCCAP00000000000000000000793

87 No amó el Evangelio por una parte y la Iglesia por otra, los amó con ímpetu ingenuo e indivisible sin pen– sar jamás en que se pudiera separarlos. * * * Hacía cinco años que apoyado sobre un báculo de convalesciente se sintió invadido por el disgusto de los placeres materiales. Desde entonces, cada uno de sus días fué señalado por un progreso. Era otra vez la primavera. Perfectamente feliz, se sentía cada vez más obligado a hacer participar a los demás de su felicidad, de ir a decir a los cuatro vientos cómo había alcanzado aquella felicidad. Resolvió, pues, emprender una nueva misión. Em– pleó algunos días en prepararla. Los Tres Compañeros nos han conservado las instrucciones que dió a sus dis– cípulos: "Consideremos que Dios en su bondad no nos ha lla– mado solamente para nuestra salvación, sino también para la de muchas gentes, a fin de que vayamos por el mundo, exhortando a los hombres, más por nuestro ejem– plo que por nuestras palabras, a hacer penitencia de nuestros pecados y a acordarse de los mandamientos. No temáis, so pretexto de que parecemos pequeños e igno– rantes; anunciad sin inquietud y con toda simplicidad la penitencia; tened en Dios, que ha vencido al mundo, la seguridad de que su espíritu hablará en vosotros y por vosotros, para exhortar a los hombres a convertirse y a observar sus mandamientos. "Hallaréis hombres llenos de fe, de dulzura y de bon– dad, que os recibirán con alegría, a vosotros y a vuestras palabras; pero daréis con otros y en mayor número, sin fe, orgullosos, blasfemadores, que os injuriarán y que re– sistirán, a vosotros y a vuestras palabras. Estad, pues, resueltos a soportar todo con paciencia y humildad. "Al oír esto, los Hermanos empezaron a turbarse. San Francisco les dijo: No temáis, porque muy pronto mu-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz