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60 pueblo de Dios, un pueblo de profetas iluminados de lo alto, viviendo en la pobreza y en la soledad. Entonces serán revelados los misterios divinos, y se cumplirá la palabra de Joel; el Santo Espíritu expondrá sobre el pue– blo el rocío de sus profecías, de su sabiduría y de su santidad; los paganos, los judíos, los mundanos y los in– crédulos se convertirán en masa; la primavera y la paz reinarán sobre la tie1Ta regenerada, y los ángeles vol– verán confiados a vivir entre los hombres." Estas esperanzas no fueron completamente confundi– das. Al final de su vida, el profeta de Flora pudo, nuevo Simeón, entonar su Nunc dimittis, y la cristiandad pudo durante algunos años encaminarse, maravillada, hacia Asís como hacia una nueva Belén.

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