BCCCAP00000000000000000000793

36 pués de buscarlo con empeño por todas partes, lo encon– traron, teniendo en la mano todavía el cetro del rey del festín, pero sumergido en tan profundo ensimismamiento que parecía clavado en el suelo e insensible a todo lo que pasaba a su alrededor. -¿Pero qué te pasa? - le gritaron, agitándose a su alrededor como para despertarlo. -¿No comprenden ustedes que está pensando en ca– sarse? - dijo alguno. -Sí -contestó Francisco, como volviendo en sí y con– templándolos con una sonrisa que no le conocían-, pienso casarme con una mujer más bella, más rica y más pura de la que podrían ustedes imaginar. Esa respuesta señala una etapa decisiva en su vida interior. Con ella cortó los últimos lazos que le unían a los placeres vulgares. Tenemos que ver ahora gracias a qué luchas, después de haberse desprendido del mundo, iba a entregarse a Dios. Sus amigos probablemente nada comprendieron de lo que había pásado, mas adivinaron el abismo que se abría entre ellos y él. Tomaron bien pronto el partido que les correspondía. En cuanto a Francisco, no teniendo ya por qué guar– dar reserva, se abandonaba más que nunca a su pasión de la soledad. Si a veces lloraba sobre sus desórdenes pasados, y se extrañaba de haber vivido tanto antes de sentir cuán amarga es la hez de la copa encantada, no quedaba aplastado por inútil pesadumbre. Sus pobres le eran fieles. Sentía en ellos una admi– ración de la que no se creía digno, pero que le causaba una dulzura infinita. Ante su reconocimiento, ante esa amistad tímida, temblorosa, que no osaban expresar y que su corazón le revelaba, el porvenir se iluminaba; ese culto que hoy no merece, lo merecerá mañana, se pro– pone al menos hacer todo por merecerlo. Para comprender esos sentimientos, hay que repre-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz