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311 "Alabado seáis, Señor, por los que perdonan por amor [por vos y soportan las penas y las tribulaciones; felices los que las aguantan pacientemente, por vos, Muy Alto, serán coronados". Después, llamando a un hermano, le encargó fuera a rogar al gobernador que acudiera a la plaza del atrio, ante el obispado, con todos los notables que pudiera reunir. Este magistrado, al cual atribuye la leyenda el mejor papel en todo este asunto, se conformó en seguida al deseo del santo. "Cuando llegó y el obispo salió de su pala:::io, dos hermanos avanzaron y dijeron: "-El Hermano Francisco ha hecho en alabanza de Dios un canto que os ruega a todos escuchar piadosamen– te - y se pusieron en seguida a cantar el himno del her– mano sol con su nueva estrofa. "El gobernador escuchó de pie, en actitud más reco– gida, llorando a lágrima viva, porque amaba mucho al bienaventurado Francisco. "Cuando el canto terminó: "-Sabed, en verdad -dijo el gobernador-, que quie– ro perdonar al señor obispo, a quien quiero y debo con– siderar como mi Señor, porque aunque se hubiera asesi– nado a mi hermano, estaría pronto a perdonar al ase– sino. -Después de estas palabras se arrojó a los pies del obispo, y le dijo-: Heme aquí pronto a todo lo que que– rráis, por amor de nuestro Señor Jesús-Cristo y por su servidor Francisco. "Entonces el obispo, tomándole la mano, le levantó, diciéndole: "-Con mi calidad convendría que yo fuera humilde, pero como soy naturalmente demasiado pronto a la có– lera, es necesario que tú me perdones." Esta inesperada reconciliación fué considerada en se– guida como milagrosa y aumentó el culto de sus conciu– dadanos por Francisco.

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