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259 es simplemente la refundición y amalgama de todas las Reglas de hermandades laicas que existían a fines del siglo XIII. La atribución de ese documento a San Fran– cisco no es otra cosa que el ajuste en el edificio nuevo de algunas piedras veneradas de una antigua construcción. Es un asunto de fachada y de ornamentación, nada más. A pesar de esa falta de una Regla emanante de Fran– cisco mismo, se puede ver claramente lo que debió ser, en su pensamiento, esa asociación. El Evangelio, con sus consejos y sus ejemplos, debía ser la verdadera Regla. La gran novedad anhelada por la Orden Tercera fué la concordia: esa fraternidad era una unión de paz, y apor– taba a la Europa sorprendida una nueva tregua de Dios. Que la negativa de empuñar armas haya sido un ideal simplemente quimérico y efímero, los documentos están ahí para probarlo, pero con todo es ya hermoso haber tenido la fuerza de suscitarlo por algunos años. La segunda obligación esencial de los Hermanos de la Penitencia parece haber sido la de reducir lo más posible sus necesidades y, conservando sus fortunas, distribuir a los pobres, a intervalos regulares, la parte de renta que quedara disponible, después de haberse contentado con lo estrictamente necesario. Cumplir con alegría los deberes de su estado; dar a las menores acciones una inspiración santa; hallar en las cosas infinitamente pequeñas de la existencia en aparien– cia más trivial, partículas de una obra divina; permanecer puro de toda preocupación envilecedora; usar de las cosas como no poseyéndolas, como los servidores de la parábola que tendrán bien pronto que dar cuenta de los talentos que les fueron confiados; cerrar su corazón al odio, y abrirlo por entero a los pobres, a los enfermos, a todos los abandonados, tales eran los otros deberes esenciales de los Hermanos y de las Hermanas de la Penitencia. Para encaminarlos en esa senda real de libertad, de amor, de responsabilidad, Francisco apelaba a veces a los terrores del infierno y a las alegrías del paraíso, pero el amor interesado era tan ajeno a su naturaleza, que esas
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