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257 (10 de marzo de 1221). Puso a la cabeza de la Orden al hermano Elías. Hugolino no fué extraño a esa designación. Impedido por sus funciones de legado, no pudo asis– tir al capítulo de la Pentecostés (30 de mayo de 1221). Fué reemplazado por el cardenal Reynerio, que concurrió acompañado de muchos obispos y monjes de diversas Or– denes. Concurrieron al capítulo unos tres mil hermanos, pero el empeño de la,¡ gentes de los alrededores en aportar provisiones fué tan grande que después de siete días de sesiones debieron quedarse otros dos más para consumir todo lo que se había llevado a la Porciúncula. Las se– siones fueron presididas por el hermano Elías, a cuyos pies estaba sentado Francisco, que le tiraba de la túnica cuando tenía algo que decir a los hermanos. El hermano Jordán de Giano, que se contaba entre los asistentes, ha conservado el recuerdo de todos esos detalles y de la partida de un grupo de hermanos para Alemania. Fueron puestos bajo la dirección de Cesáreo de Spira, cuya misión triunfó. más allá de toda esperanza. Dieciocho meses después, cuando retornó a Italia, devo– rado por el deseo de volver a ver a San Francisco, las ciudades de Wurzburgo, Maguncfa, Worms, Spira, Estras– burgo, Colonia, Salzburgo y Ratisbona se habían conver– tido en centros franciscanos, desde los cuales se expan– dían las ideas nuevas sobre toda la Alemania meridional. Se fija también en el año 1221 la fundación de la Tercera Orden, llamada comúnmente Fraternidad de la Penitencia en los más antiguos documentos; pero se ha visto antes que esa data es mucho más reciente, o más bien que no ha de fijarse data alguna, porque lo que se llamó más tarde, de manera completamente arbitraria, la Orden Tercera fué evidentemente contemporánea de la primera. Francisco y sus compañeros quisieron ser los após– toles de su tiempo, pero así como los apóstoles de Jesús tampoco ellos desearon que todos los hombres entrasen

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