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CAPITULO :X.V LA CRISIS DE LA ORDEN (OTO1'1"O DE 1220) Desde su llegada a Venecia, Francisco se informó con más exactitud de todo lo acontecido en su ausencia y convocó el capítulo general en la Porciúncula para San Miguel (el 29 de septiembre de 1220). Su primera preocupación fué, sin duda, tranquilizar a su amiga de Sari Damián: un corto fragmento de una . carta. que se ha conservado, muestra las tristes preocu– paciones que le embargaban: "Yo, el hermanitáFrancisco, quiero seguir la vida y la pobreza de Jesús-Cristo, nuestro Señor muy alto, y de su muy santa Madre, y perseverar ep ella hasta el fin; y os suplico, Señoras, con todas mis fuerzas y os exhorto a perseverar siempre en esa muy santa vida y pobreza. Y cuidaos de no apartaros jamás de ella por los consejos o las enseñanzas de quien sea." Hubo un gran grito de alegría a través de toda Italia cuando se supo su retorno; muchos hermanos celosos desesperaban ya, porque en muchas provincias se había empezado a perseguirles; así, cuando se enteraron que su padre espiritual vivía aún y que iban a volver a verle, sintieron inmensa alegría. De Venecia, Francisco se di– rigió a Bolonia. Este viaje se señala por·un incidente que pone de relieve una vez más su bondad fina y maliciosa. Quebrado por las emociones tanto quizás como por la fa– tiga, debió un día renunciar a hacer el trayecto a pie. Iba montado en un asno seguido por el hermano Leo– nardo de Asís, cuando una mirada le hizo adivinar lo que pasaba en el corazón de su compañero: "Mis padres, pen-

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