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227 lleno de nuevo ardor a raíz de su retiro en la gruta de Segovia, y decidido a adoptar para su Orden la regla de la pobreza, se vió vivamente alentado en esta aspiración y colmado de favores. Honorio III veía en él al hombre providencial del momento, al reformador del estado mo– nástico; en consecuencia, tuvo con él atenciones e::xtraor– dinarias, y, por ejemplo, llegó hasta designar a un grupo de monjes de otras Ordenes para que le sirvieran como de tenientes en las jiras de predicación que se dispusiera a emprender y para que bajo su dirección aprendieran el arte de la predicación popular. Las bulas prueban que Hugolino fué el inspirador de todo eso. Dirigir las dos Ordenes nuevas era por entonces su pensamiento dominante que elegía domicilio en con– secuencia y se le encuentra sin cesar en Perusa, es decir, a cuatro leguas de la Porciúncula, o en Bolonia, el bulevar de los Dominicanos. Hoy es evidente que si la fraternidad instituída por Francisco fué verdaderamente el fruto de sus entrañas, carne de su carne, la Orden de los Hermanos Predicado– res emanó del papado y que Santo Domingo no fué más que su padre putativo. Este carácter ha sido expresado en una palabra por uno de los analistas contemporáneos más autorizados, Burchard de Ursperg (fallecido en 1226). "El Papa -dice- instituyó y confirmó la Orden de los Predicadores" (1). Cuando su partida para Oriente, Francisco dejó dos (1) Mon. Germ. hist. Script, t. 23, p. 376. Este pasaje es de extrema importancia, porque resume en algunas líneas la política eclesiástica de Honorio III. Después de haber hablado de los peligros con que los Hu– miliati amenazaban a la Iglesia, Burchard agrega: "Qure volens corrigere dominus papa ordinem prredicatorum institutit et confirmavit". Ahora. bien, esos Humiliati eran una Orden aprobada, pero Burchard, ponién– dolos en el rango de los heréticos al lado de los Pobres de Lyón, expresa con una palabra los sentimientos del papado a su respecto; el papado sentía hacia ellos una invencible repugnancia y no queriendo herirlos di– rectamente, trataba de buscar un derivativo. Se seguía respecto de los Hermanos Menores una táctica semejante, con el agregado de precaucio– nes. inspiradas por la santidad del fundador y el prodigioso éxito de la Orden. Todo ello fué inútil cuando en 1221 el hermano Elías fué hecho vicario de Francisco, y sobre todo cuando después de la muerte de Fran– cisco, Elias tuvo absoluta libertad para dirigir la Orden según las ideas de Hugolino, ahora Papa Gregario IX.
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