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218 otros superiores eclesiásticos, salud y la bendición apos– tólica. "Nuestros queridos hijos, el hermano Francisco y sus compañeros de la vida y de la Orden de los Hermanos Menores, habiendo renunciado a las vanidades de este mundo para escoger un género de vida que ha merecido ser aprobado por la Iglesia romana, e irse, a ejemplo de los Apóstoles, para arrojar en diversas regiones la semilla de la palabra de Dios, os rogamos a todos y os exhortamos, por estas cartas apostólicas, a recibir corno buenos ca– tólicos a los Hermanos de la mencionada sociedad, por– tadores de las presentes, cuando se presenten ante vos– otros, aconsejándoos de serles favorables y de tratarlos con bondad para honor de Dios y por consideración hacia nosotros. "Dado (en Ríete) el tercer día de las idus de junio (11 de junio de 1219) el año tercero de nuestro ponti– ficado." Se ve que todo en esta bula había sido calculado para evitar herir las susceptibilidades de Francisco. Para com– prender hasta qué punto esta bula difiere de las primeras cartas acordadas de ordinario a las Ordenes nuevas, hay que compararla: la que instituyó a los dominicanos fué, como habitualmente para tales piezas, un verdadero pri– vilegio; en ésta nada semejante. La asamblea que se inició en la Pentecostés de 1219 (26 de mayo) fué de extrema importancia. Terminó la serie de los capítulos primitivos, en que·la inspiración y la fantasía de Francisco se manifestaron libremente. Los siguientes, presididos por vicarios, no tuvieron ya la mis– ma alegría ni el mismo encanto: la claridad cruda del pleno día. ha alejado las tintas matizadas de la aurora y los indecibles ardores de la naturaleza al despertar. El verano de 1219 era la época fijada por Honorio III para tentar un nuevo esfuerzo en oriente, y dirigir hacia Egipto todas las fuerzas de los Cruzados. Francisco creyó que había llegado el momento de realizar el proyecto que no pudo cumplir en 1212. Cosa extraña, Hugolino, que,

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