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208 de los sentimientos y las ideas del corazón. Al día si– guiente tomó el hábito y recibió su nuevo nombre. Fué acompañado a Francia por el hermano Agnello de Pisa, que, en 1224, debía presidir la primera misión a Inglaterra. Francisco, al enviarlos, no pudo imaginarse que de este país, que ejercía sobre él una especie de fascinación, iba a brotar la influencia que comprometería su obra y sus sueños, que París perdería a Asís; ese tiempo no estaba, sin embargo, muy lejano: dentro de breves años. le sería dado al Poverello ver una parte de su familia espiritual olvidar la humildad de su nombre, de sus orígenes y de sus votos, para correr detrás de los efímeros laureles de la ciencia. Hemos ya señalado la costumbre que tenían los fran– ciscanos de aquella época de elegir domicilio en la ve– cindad inmediata de Jas grandes ciudades: Pacífico y sus compañeros se establecieron en San Dionisia~ No te– nemos ningún detalle sobre su actividad; fué singular– mente fecunda, porque les permitió atacar, pocos años más tarde, con pleno éxito a Inglaterra.. Francisco pasó el año siguiente (1218) en . jiras de evangelización en la Península: es naturalmente impo– sible seguirle en esos viajes, cuyo itinerario quedaba fi– jado según sus inspiraciones diarias, a veces tanfantás– ticas como la que años antes le determinó a ir a Siena. Debe de haber estado, por esa época, en Bolonia, el Al– verno, en el valle de Rieti, el Sacro-Speco de San Benito en Subiaco, Gaeta, San Miguel en el monte Gargono; pero las indicaciones sobre su presencia en esos lugares están demasiado dispersas y son demasiado vagas para que. se las pueda hacer entrar en un cuadro histórico. Es muy posible también que por el mismo tiempo hi– ciera un viaje a Roma: sus relaciones con Hugolino 'fue– ron mucho más frecuentes de lo que se cree general– mente, No deben ilusionarnos a este respecto los relatos de los biógrafos: es una tendencia muy natural la de relacionar a tres o cuatro fechas particularmente impar-