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189 religioso, la cátedra de San Pedro jamás fué ocupada por un hombre más digno. "Los cardenales -dice Jacques de Vitry- eligieron a Honorio, anciano bueno y religioso, muy simple y bene– volente, que había dado a los pobres casi todo lo que poseía." Es de notar tal elogio, sobre todo en una época· en que era ya glorioso para un prelado no .ser simoníaco. Honorio III tuvo un mérito especial en hacerse digno de esta alabanza porque en el momento de su elección era camerarius, es decir, tesorero de la Santa Sede. Hic dies suos in pace disposuit, dijo otro de sus con– temporáneos, y estas pocas palabras resumen admirable– mente la idea íntima de su reino. No fué por debilidad, como podría muy bien suponerse, que buscó la paz; la cmiso enérgicamente y obró en consecuencia (1). Ape– nas sentado en el timón de la Iglesta. salió a alta mar, a las regiones serenas en aue las redes apostólicas se llenan sin ruidó. Sin embargo, muchos historiadores que– dados sobre la playa, con los ojos fijos sobre esa barca que no ven moverse, se ponen a echar de menos los pontificados en que la barca batallaba cerca de las costa<; con riesgo de romperse contra las rocas o perderse en las algas. Puede imaginarse la impresión producida sobre un hombre como Honorio por las bajezas inimaginables aue acompañaban entonces ordinariamente a toda elección pontifical. El elegido se veía de inmediato rodeado por una ola de cortesanos, de pedigüeños, de criados y de mendigos que, como otros tantos vampiros, acudían a reclamar su parte del botín. ''Durante mi estada en la Corte pontifical -dice (1) He aquí el principio de su primera carta al arzobispo de Auch:' Illius regis pacifici, licet inmeriti, vicarii constituti, qui, ut reconciliaret sermtm Domino; univit hominem sibi Deo, libenter üs qui prope et his qui longe sunt pacis consilia cogitamus, ipsam pro posse, modis omnibus pro– curantes. Carta del 30 de septiembre de 1210, en Horoy, Honorii III opera, t. II, col. 39. Potthast, 5337.

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