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CAPITULO XII EL ADVENIMIENTO DE HONORIO III Y LA INDUL– GENCIA DE LA PORCIUNCULA (1 2 1 6) El año 1216. fué hasta hace poco uno de los más obs– curos de la vida de San Francisco, pero quedó de golpe inundado de luz por la publicación de un documento que, a pesar de su brevedad, debe colocarse en primer rango entre las fuentes de la historia religiosa del si– glo XIII. Se trata d,~ una carta de nuestro conciudadano Jacques de Vitry, que llegó a Perusa el mismo día de la muerte de Inocencio III, y asistió allí a la elección de Honorio III, y cuya atención fué vivamente solicitada por la empresa de los Hermanos Menores. Es, sin duda, inútil insistir sobre el valor de una carta, verdadero frag– mento de diario íntimo, escrito en el momento mismo de los acontecimientos, y antes que las inevitables ilusiones de óptica que van Eiin cesar transfarmando las visiones pasadas hubieran-podido modificar la impresión primera. Lo que resalta de inmediato con evidencia de esa pá– gina que reproducimos más abajo es que los críticos mejor intencionados pecaron por exceso de prudencia en su apreciación del movimiento franciscano en sus principios. Cuando documentos tales como los Fioretti, por ejemplo, hablan del desenvolvimiento prodigioso que adquirió inmediatamente la Orden, los Bolandistas ha– cían notar dulcemente la inverosimilitud de tales indi– caciones; otros, en particular el Padre Papini, hacían lo mismo, pero con una especie de alegría feroz y la pasión de un iconoclasta. quiero creer que hoy tendrían la fe– licidad de reconocer,, unos y otros, cómo puede un his-

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