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15 sía y la literatura franciscanas juegan un papel muy importante. "Los italtanos -escribe Raoui Manselli- nunca agradeceremos lo bastante a Ozanam el habernos indicado y hecho conocer aquella joya de lo– zam'a narrativa y de intenso lirismo religioso que son los "Fioretti". En Italia, finalmente, entre 1882 y 1885 aparecen los poetas Ga– briel d'Annunzio, Angelo Conti y Julio Salvadori, que cantan cada uno a su manera, a san Francisco. De estos tres artífices de la musa, sólo Julio Salvadori se muestra verdadero franciscano por su humildad y caridad en la obra que dedica al santo. Además, Salvadori con sus cartas íntimas y persuasivas a Paul Sabatier -a quien le unía una au– téntica amistad- contribuyó a que éste modificara algunos criterios clave sobre el valor histórico de las fuentes del franciscanismo y cam– biara la actitud agresiva frente a la Iglesia romana. De todo lo dicho se deduce que Paul Sabatier encontró ya unas bases -aunque pluriformes en el enfoque y en la interpretación- para estudiar al Poverello. Dificultad en la opción de las fuentes Pocas biografías en la historia -empieza diciendo Sabatier- go– zan de tanta documentación como la de san Francisco. La dificultad del estudio de los orígenes franciscanos no proviene de la falta de da– tos, sino de la abundancia de los mismos y, sobre todo, del problema de la opción de las fuentes. Si se utilizan éstas indiscriminadamente se puede llegar a una visión contradictoria de los ideales del Fundador y de los factores que determinaron el nacimiento y posterior evolución de la Orden por él fundada. La misma figura de san Francisco como renovador significativo de la Iglesia de su tiempo, adquiere sentido diverso según se tome como base la interpretación "oficial" de san Buenaventura y Tomás de Celano, o la mantenida por el sector de la "oposición", llamado de los "espirituales", cuyo mejor exponente fue fray León, uno de los compañeros más queridos del santo. De las dis– tintas fuentes de que puede echarse mano y de su interpretación, ha nacido la llamada "cuestión franciscana". Para entender el problema es preciso recordar que antes de Saba– tier, para la reconstrucción biográfica de san Francisco, se utilizaban la primera y segunda "Vita" de Celano y también la de san Buenaven– tura. Las restantes fuentes que existían, aunque conocidas, se reputa– ban como material accesorio y tardío, espúreo unas veces y legenda-

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