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128 ruegues en mi nombre que renuncien a hacer el mal y que teman a Dios; y si' así lo hacen me obligo a proveer a todas sus necesidades, a darles siempre de comer y de beber; después de todo eso volverás aquí humildemente. "El hermano Angel hizo todo lo que se le ordenó, mientras que San Francisco, por su parte, rogaba a Dios que convirtiera a aquellos bandidos. Retornaron en com– pañía del hermano, y seguros del perdón de Dios que les dió San Francisco, cambiaron de vida e ingresaron en la Orden, en la que vivieron y murieron santamente.'' Lo que dice a veces del grito de la sangre es aún más cierto si se aplica al grito del alma. Cuando un hombre despierta en otro realmente la vida moral, se atrae un indecible reconocimiento. Co:µ frecuencia se profana la palabra Maestro, pero puede expresar uno de los lazos más bellos y más puros que existen entre los hombres. ¿Quiénes de entre nosotros, en las horas viriles y puras en que hacemos nuestro examen de conciencia, no vemos elevarse de entre las brumas del pasado la figura siempre amada y viva del que fué, tal vez sin saberlo, nuestro iniciador espiritual, y no quisiéramos arrastrarnos a sus pies para expresarle, con palabras ardientes, nuestra ad– miración y nuestro reconocimiento? No lo podemos, por– que el alma tiene su pudor; pero, ¿quién sabe si nuestra turbación y nuestro embarazo no nos traicionan y re– velan, mejor que las palabras, el fondo de nuestro cora– zón? El aire que se respiraba en la Porciúncula estaba impregnado de esa alegría y de ese reconocimiento. Para muchos hermanos, San Francisco era verdade– ramente un salvador; los había libertado de cadenas mu.– cho más pesadas que las de las prisiones. Por eso su más ardiente deseo era, a su vez, poder encaminar a los otros hacia la misma libertad. Hemos hablado ya de la misión cumplida en Flo– rencia por el hermano Bernardo, algunos meses después de su· ingreso en la Orden. Ya hombre maduro cuando vistió el hábito, aparece en cierto modo como el mayor en ese colegio apostólico. Supo obedecer a San Francisco,

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