BCCCAP00000000000000000000793

115 acuerdo harán todo lo que haya que h~cer para honor, salvación y beneficio de la Comuna de Asis." La continuaciÓJ:?. es digna del principio. Los señores, mediante una ligera tasa, renunciaban a todos sus dere– chos feudales; las gentes de los pueblos de la jurisdic– ción de Asís quedaban asimilados a los de la ciudad, los extranjeros eran protegidos; por último se fijaba el monto del impuesto. El martes 9 de noviembre de 1210 esta concordia fué jurada y firmada sobre la plaza pública de Asís; fué tan real que los desterrados, pudieron retor– nar tranquilamente a la ciudad y a partir de aquel día se encuentran en los registros de la ciudad los nombres de aquellos emigrados que en 1202 habían traicionado a su ciudad y provocado la desastrosa guerra con Perusa. Francisco podía ser feliz. Lo que triunfaba era el favor, y durante algunos años no hubo en Asís ni vencedores ni vencidos. Ocurre en los esponsales místicos que unen a veces en la historia un hombre a un pueblo, algo que puede hallar su símbolo en la ebriedad de los sentidos, en la locura del amor: hay, en efecto, un momento en que los santos, como los hombres de genio, sienten agitarse en su interior potencias desconocidas, y entonces, como po– seídos, van, corren, luchan, hasta que triunfando de todas la~ resistencias, han forzado a la humanidad tem– blorosa y pasmada a concebir de ellos. Ese momento había llegado para San Francisco.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz