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101 voto de pobreza es cosa nueva, irracional o imposible, ¿no significa ello blasfemar contra el Cristo, autor del Evan– gelio? Estas palabras impresionaron vivamente a Ino·cen– cio III: sabía mejor que nadie que el gran obstáculo que se oponía a la reforma de la Iglesia eran los bienes eclesiásticos, y que el éxito amenazante de la herejía albigense se originaba en su prédica de la pobreza. Dos años antes, había acordado su favor a un grupo de valdenses que, bajo el nombre de Pobres Católicos, querían permanecer fieles a la Iglesia; .aprobó, pues, a los penitentes de Asís, pero fué, como bien lo observó un cronista contemporáneo, con la esperanza que arran– caría a la herejía su estandarte. Sus titubeos y sus dudas, sin embargo, no se habían disipado por completo. Reservó, pues, la aprobación de– finitiva, prodigando a los Hermanos los testimonios más afectuosos de su interés. Les autorizaba a continuar sus misiones por todo el mundo después de haber obtenido consentimiento de los Ordinarios. Exigía también que designasen un superior responsable, al cual pudiera siem-· pre dirigirse la autoridad eclesiástica. Naturalmente, Francisco fué escogido superior. Este hecho, tan humilde en apariencia, constituyó definitivamente la familia fran– ciscana. Los místicos a quienes hemos visto ir de pueblo en pueblo, ebrios de amor y de libertad, acaban de aceptar un yugo sin siquiera sospecharlo. Ese yugo les preser– vará del desmenuzamiento de ·1os heréticos, pero se hará · sentir duramente a las almas puras que contemplarán la existencia de los primeros días como la única verda– deramente conforme con el Evangelio. Cuando Francisco oyó las palabras del Soberano Pon– tífice, se prosternó a sus pies y le prometió con todo su corazón la obediencia más completa. El Papa, al bende– cirles les dijo: -Id, hermanos, que Dios sea con vosotros. Predicad a todos la penitencia como Dios se digne inspirárosla.

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