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C.J. Gil Arbiol Pablo y la porneia 5 es como adorar a otros dioses: idolatría. La porneia es para Pablo, por tanto, todo aquel comportamiento sexual inadecuado de acuerdo a la nueva identidad del creyente y a su pertenencia a la ekklêsia de Dios. La conclusión de este argumento es que Pablo maneja en este punto un principio sencillo: la porneia el para el cuerpo físico del creyente lo que la idolatría es para la ekklêsia ; evitando la primera se protege a la comunidad de la segunda. Así parece argumentar Pablo cuando presenta a la comunidad de los creyentes en Cristo como una “doncella” prometida al novio (Cristo) por su padre (Pablo): 1Cor 6,13; 2Cor 11,2-3; Rom 7,4. Este principio será una de las razones en las que Pablo se apoye para su preferencia por el celibato: cualquier relación sexual que pueda ser concebida como violación de esa virginidad simbólica es interpretada como porneia (traición a Cristo) y, por tanto, como idolatría. b) Respuesta de Pablo a la porneia . Así, Pablo va a mostrar una clara y decidida preferencia por el soltería que le traerá problemas. Las razones que parecen predominar para defender la soltería son escatológicas y prácticas; así argumenta: “El tiempo apremia; los que tienen mujer vivan como si no la tuviesen… porque la vida de este mundo pasa” (1Cor 7,31); y a continuación: “el soltero se preocupa de las cosas del Señor…” (1Cor 7,32-34). Por tanto, la inminencia del fin del mundo y la libertad para dedicarse a las “cosas del Señor” son las razones que parecen sostener su propia elección: la soltería. Sin embargo, para algunos creyentes acostumbrados hasta entonces a la satisfacción de las pasiones con prostitutas/os, esa preferencia podía dejarlos en una situación de indefensión; la amenaza de la porneia sería para ellos mucho más real que para otros. La sociedad grecorromana había establecido, como hemos visto, una serie de medidas para “proteger” a las mujeres respetables de las pasiones de los varones incontrolados. Para hacerlas inaccesibles a los varones que no eran sus maridos se permitía, toleraba e, incluso, se valoraba, la prostitución. Este comportamiento no estaba penado porque servía al bien común. En este contexto, algunos cristianos que tenían una tendencia sincretista (ver los argumentos que Pablo discute y responde en 1Cor 6,12 y 1Cor 10,23: “todo me es lícito”), acostumbrados a aquellas prácticas no penalizadas, pudieron creer que podían seguir realizándolas porque no afectaban ni a su condición personal ni social. Probablemente estos creyentes son (o están muy relacionados con) los que están provocando alteraciones por sus excesos en las comidas (ver 1Cor 8,7-13; 11,17-32; etc.). Su comportamiento nos remite a un contexto en el que excesos en comidas y comportamientos sexuales están estrechamente relacionados. Esto era para Pablo una cuestión no sólo moral sino, sobre todo, de coherencia, integridad, identidad: era una amenaza de idolatría. La respuesta de Pablo se concreta en dos medidas; primera, valoración del matrimonio y de las relaciones sexuales dentro del matrimonio: “por razón de la porneia tenga cada varón su mujer y cada mujer su marido. Que el marido cumpla su deber con la mujer; de igual modo, que la mujer cumpla su deber con el marido …” (1Cor 7,2-5.25- 28.36); y segunda, evitar la soltería en aquellos casos que el creyente no es capaz de un autocontrol de las pasiones: “si no pueden contenerse, que se casen; mejor es casarse que abrasarse” (1Cor 7,9.36). Estas dos medidas buscan alejar la porneia porque, como hemos dichos, así mantiene alejada Pablo la idolatría, que es su gran preocupación. El objetivo fundamental, por tanto, no es elaborar una doctrina familiar ni ofrecer un modelo de vida cristiano universal, sino responder a los problemas que surgen de la creación de comunidades de creyentes en Cristo en el contexto urbano grecorromano.

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