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C.J. Gil Arbiol Pablo y la porneia 3 sistema de honor y la sociedad se quedó inerme ante los comportamientos sexuales inadecuados. Todo esto refleja que los valores en juego son, por una parte, el honor y la vergüenza y, por otra, el deseo de los varones de controlar a las mujeres. b) El sentido simbólico del cuerpo y la idolatría. Un último dato, antes de acercarnos a los textos de Pablo, es el sentido simbólico que tiene el cuerpo en todo el Mediterráneo durante el siglo I. La antropóloga norteamericana Mary Douglas describió hace años la relación simbólica existente entre el cuerpo físico y el cuerpo social; según ella, el primero funciona como imagen del segundo de modo que donde se guardan cuidadosamente las barreras sociales podemos suponer un interés por las barreras del cuerpo y viceversa. Especialmente importante son, en esta correlación simbólica, los orificios del cuerpo porque simbolizan las “puertas” de la sociedad. M. Douglas explicó con ejemplos cómo las sociedades que sienten amenazados sus valores culturales tienden a controlar y poner barreras al cuerpo físico, bien de carácter simbólico (tabúes, valores morales, ritos, mitos...), bien de carácter legal y penal (normas, sanciones, castigos, ...) o incluso físicas (mutilaciones, segregaciones, ocultamientos, ...); por el contrario, las sociedades naturalmente abiertas, que no se sienten amenazadas por otras tienden a no poner estos límites y controles al cuerpo físico. El desarrollo de las normas de pureza ritual en el judaísmo postexílico y en la Diáspora es un buen ejemplo de ello. Este modelo antropológico nos ofrece algunos datos más respecto a la prostitución y la valoración de la sexualidad en la Roma imperial. Los relaciones sexuales tenían lugar, en un alto porcentaje de ocasiones, en el contexto de banquetes o symposia . Los testimonios de autores clásicos son una clara muestra de ello; así, por ejemplo, Plutarco dice: “las relaciones sexuales inmoderadas siguen a una comida licenciosa” ( Moralia , 126b,997c); Ateneo subraya: “en los banquetes con carne no es nuestro vientre que nos lleva a matar a los animales, cuanto nuestra incontinencia” ( Deipnosofista , 3,97); Filón por su parte, critica la opulencia de las comidas ( symposia ) que siguen con un “entretenimiento relacionado con el amor ( eros ), pero no el amor de varón por mujer o viceversa..., sino el amor del varón por otro varón... amor promiscuo y vulgar que engendra la ‘enfermedad de la mujer’ y que hace de los varones mujeres...” ( De vita contemplativa , 48-63); etc. Estas comidas tenían lugar, la mayoría de ocasiones, en honor de alguna divinidad; no se trata de prostitución sagrada (fenómeno muy poco extendido y limitado a algunos lugares y momentos), sino de la estrecha relación de excesos en la comida y en el sexo con un significado social y religioso determinado. Ambos actos hablan de una “comunión” con los valores que se quieren ensalzar en esos encuentros, en relación con al divinidad patrocinadora. La tradición veterotestamentaria recoge esta relación de comida y prostitución en el libro de Oseas: “... comerán, pero no se saciarán, se prostituirán, pero no proliferarán, porque han abandonado a Yahveh para dedicarse a la prostitución...” (Os 4,9-19). El cuerpo físico y sus orificios son puertas simbólicas para esa “comunión”; las comidas y las relaciones sexuales que allí se daban tienen un cargado significado simbólico y religioso: reflejan y crean esa comunión con el patrón o la patrona divina. Lógicamente, tanto para Filón como para Pablo, ambos judíos, estos comportamientos tenían una inmediata lectura religiosa: eran idolatría porque suponían la comunión con esas divinidades. 2. Pablo y los “comportamientos sexuales inadecuados”. Todos estos datos nos ofrecen un contexto muy adecuado para comprender el significado que tenían, tanto para Pablo como para un destinatario de sus cartas, estos

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