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Carlos Gil Arbiol 64 | Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 103 (Enero-junio, 2018) En síntesis, a juzgar por las referencias mencionadas, la centralidad del recuerdo de la muerte de Jesús es un escenario coherente en el que sus seguidores actualizaron ritualmente, contemplaron y profundizaron en aspectos ocultos, ambiguos o creativos de aquel recuerdo. Contrastaron ese recuerdo de Jesús con sus propias experiencias de frustración por las expectativas incumplidas y buscaron sentido en todo ello; con el aguijón de la marginalidad y la hostilidad en unas ciudades romanas que no veían con buenos ojos el recuerdo y la exaltación de un crucificado a manos de sus autoridades. 3. LAS INTERPRETACIONES Aquella disonancia religiosa que provocó la muerte en cruz de Jesús se comenzó a resolver cuando — probablemente en el marco de experiencias de carácter extraordinario — aquellos seguidores de Jesús pudieron encontrar sentido al aparente fracaso, no solo del proyecto de Jesús, sino de todas las esperanzas mesiánicas que su propia tradición les había permitido depositar en aquel profeta. Las interpretaciones de su muerte que ofrecieron sentido fueron diversas: se dieron en contextos, momentos y situaciones diferentes, con énfasis no siempre en los mismos aspectos. El recuerdo de todas estas interpretaciones atravesó, en el siglo II, un proceso de convergencia y síntesis que le hace muy difícil al historiador o al teólogo distinguir su origen, sus autores o las circunstancias en las que se dio. No obstante, en aras de la claridad, vamos a diferenciar las interpretaciones que subrayaron la continuidad respecto de prácticas y creencias del judaísmo de su tiempo de aquellas que ofrecían innovación en algunas de esas prácticas o creencias. para que no me engría. Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase de mí. Pero él me dijo: ‘Mi gracia te basta, que mi fuerza se realiza en la flaqueza’. Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando soy débil, entonces es cuando soy fuerte”.

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