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Carlos Gil Arbiol 62 | Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 103 (Enero-junio, 2018) mía.” Asimismo tomó el cáliz después de cenar, diciendo: “Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en memoria mía.” Pues cada vez que comáis este pan y bebáis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. Por tanto, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor (1Cor 11,23-26). Ambos textos, en contexto ritual, se centran en la muerte para comprender su sentido y su modo de realizarse. Igualmente, sirven para comprender, ritualmente, el significado de aquella muerte. En el bautismo y en la cena del Señor los creyentes en Cristo recordaban, interpretaban, daban sentido, experimentaban de algún modo la muerte de Jesús. Otras alusiones a la centralidad que adquirió el recuerdo de la muerte en la cruz de Jesús las encontramos, fundamentalmente, en las cartas de Pablo. Sin embargo, aunque buena parte de ellas reflejan la particular teología paulina, otras son originales de la tradición previa que Pablo recibe y que se origina bien en las primeras comunidades palestinas, bien en las de la diáspora. Las tres que mejor muestran el peso que la cruz tenía para comprender la aceptación de la fe en Jesús y en la predicación son estas: “¡Insensatos gálatas!, ¿Quién os ha fascinado a vosotros a cuyos ojos ha sido presentado Cristo crucificado?” (Gal 3,1-3). Pues la predicación de la cruz es una locura para los que se pierden; mas para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios. Porque dice la Escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios, e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? ¿Dónde el intelectual de este mundo? ¿Acaso no entonteció Dios la sabiduría del mundo? De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la locura de la predicación. Así, mientras los judíos piden signos y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, locura para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1Cor 1,18-23). “Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con el prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el misterio de Dios, pues no quise saber

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