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Los primeros seguidores de Jesús ante el reto de la interculturalidad Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 103 (Enero-junio, 2018) | 71 sino por la comprensión del potencial enriquecedor que tenía lo ajeno para lo propio, y viceversa. Este diálogo, mucho más fecundo e influyente en el siglo II, se inició en el siglo I con los primeros ejercicios de interculturalidad. Este primer movimiento dejó para la historia lo que podíamos llamar las aportaciones latentes del naciente cristianismo para el encuentro de la fe con las culturas y el reto de la interculturalidad. Algunas de estas aportaciones fueron: el esfuerzo por construir una identidad común (abstracta, englobante, superior); el cuidado para no diluir las identidades y diferencias personales, y ofrecer referentes superiores que acogieran las diferencias (cf. Gal 3,28); la raíz itinerante de la fe o la convicción de que el evangelio no se identifica con una cultura, sino que se adapta a cada tradición en un diálogo de mutua transformación; la valentía de optar por adaptaciones ambiguas con sus logros y limitaciones porque no existen modos puros; la paradoja como raíz de transformación de la realidad (como la cruz había sido impulsora de la buena noticia del Dios de Jesús); la comprensión positiva del mundo y de la historia que siempre ofrece nuevas perspectivas y soluciones, generalmente por los laterales, márgenes y periferias culturales y sociales; el recuerdo de las víctimas y el privilegio de su mirada de la realidad como clave de interpretación de Dios y su mundo; el peligro, siempre presente, de aceptar las visiones, grupos y estrategias hegemónicas creyendo que se gana en éxito o rapidez; las posibilidades ocultas y liberadoras de la mirada marginal de la historia; el potencial de la pequeñez, la debilidad, la marginación; la hospitalidad como signo de interculturalidad (cf. Hch 10); la valoración de la experiencia por encima de la ley, y del testimonio por encima de las creencias; la aceptación, incluso la búsqueda, de la pluralidad como expresión y garantía de la identidad; etc. Todas estas aportaciones son discutibles y ambiguas; sin embargo, cuando han tenido más cabida en la historia del cristianismo se ha ahondado en la fidelidad a la fe de Jesús. REFERENCIAS Donaldson, Terence L. (1997). Paul and the gentiles: remapping the Apostle’s convictional world (§12.3). Minneapolis, Minn.: Fortress Press, kindle ed. Feldman, Louis H. (1993). Jew and Gentile in the ancient world: attitudes and interactions from Alexander to Justinian. Princeton: Princeton University Press.

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