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Carlos Gil Arbiol: Los orígenes del cristianismo La segunda obra, en contraste con ésta, es el Evangelio de Marcos, que refleja una tendencia muy diferente. El autor de este evangelio eligió, de acuerdo a sus pro– pios intereses, el modelo del Mesías crucificado. La centralidad de la cruz para co– nocer la identidad de Jesús (su mesianismo y fIliación divina; d. Mc 1,1) contrasta profundamente con el modelo de la Palabra de Dios de Juan. La estrategia narra– tiva delEvangelio de Marcos que hace callar a todos los personajes hasta el final, se revela como una estrategia teológica: la identidad de Jesús sólo se puede descubrir totalmente cuando muerto y humillado, está colgado de la cruz. Esta opción no es únicamente cristológica puesto que, como he dicho antes, tiene una trascendencia te– ológica: la vida y muerte de Jesús tiene un carácter revelador y, por tanto, teológico, revela quién y cómo es Dios. Así, este autor subraya los aspectos más sensibles de la humanidad de Jesús, sus sentimientos (Jesús se enfada, se enternece, insulta, sufre, goza, llora, ...) probablemente para evitar los peligros de olvidarse de la dimensión histórica de Jesús. No obstante, al igual que el Evangelio de Juan, también corrió peligro de interpretaciones extremas 47 . Un segundo elemento de discrepancia es la visión y adaptación al mundo, entendido este como el Imperio romano. La comparación de la literatura apoca– líptica (Apocalipsis) y la tradición deuteropaulina (Colosenses y Efesios) en este punto resulta muy llamativa. Así, en primer lugar, destaca la negativa visión del presente que domina el libro del Apocalipsis: la situación en la que se encuentran los destinatarios es de hostilidad y domina una cierta incapacidad para superar la crisis, de modo que todo el texto destila una necesidad desesperada de espe– ranza 48 . Esta idea de separación del mundo no es exclusiva de la literatura apo– calíptica y se puede percibir en otros pasajes de la literatura joánica, donde aparece también esa misma actitud de distancia respecto del mundo (cf. Jn 15,18– 19: "no sois del mundo, os he sacado del mundo"). Entre la hostilidad y la espe– ranZa en que viven los destinatarios del libro del Apocalipsis reina la actitud de resistencia hasta la intervención esperada de Dios 49 . En algunos casos, esa hosti- 47 Por ejemplo de adopcionismo o, después, arrianismo; d. Kevin Madigan, "Christus nesciens? was Christ ignorant of the Day of Judgment? Arian and Orthodox interpretation of Mark 13:32 in the . ancient Latin west", Harvard theological review 96(2003)255-278. 48 Cf. Christopher Rowland, "The Apocalypse: hope, resistance, and the revelation of reality", Ex Auditu 6(1990)129-144. 49 Cf. David (ed.) Hellholm, Apocalypticism in the Mediterranean world and the Near East: proceed– ings ofthe International Colloquilll11 onApocalypticisl11 (Upsála 1979) (Thbinga: Mohr, 1983).
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