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contaba, o los hechos que hacía, sino que la mejor y quizá única ma– nera que tuvoJesús para hablar plenamente de Dios fue la de imitarle totalmente, hasta el punto de que la muerte en cruz de Jesús no fue sino el último acto de imitación de Dios. Solo así se puede recono– cer aJesús en la cruz como Hijo de Dios y al Dios de la cruz como el Padre Dios despojado de todo poder, de todo privilegio, vulnerable, humillado, desposeído, vaciado. El poder de Dios se encuentra y se manifiesta, pues, no en medio del poder convencional o del estatus (prestigio, honor), sino en esos lugares y situaciones que son aparentemente ausencia de Dios. Es una paradójica presencia en la ausencia. La vulnerabilidad e impotencia que por su propia naturaleza manifiesta la ausencia de Dios es el lugar donde Dios está más presente, el lugar donde el verdadero poder de Dios se puede ver (ICor 1,18.24; 2,4-5; d. Mc 8,22-26; 10,46-52: los dos ciegos). Este es el poder que finalmente destruye el viejo orden. Dios, pues, no estaba ausente o lejano en la cruz deJesús, sino actuando a su modo, como él es: permitiéndole aJesús completar la mayor expresión de poder que es, paradójicamente, el vaciamiento, la renuncia de la posibilidad de dominar o someter y, entonces, aceptar la impotencia y vulnerabilidad. Así muestra Dios cómo es y cómo actúa (Rom 9,6-13). Dios no actúa como Adán sino como el Mesías crucificado; la ima– gen de Dios que Adán presenta (uso/abuso del poder, conocimiento, dominio sobre todo) no es la del Padre de Jesús. La imagen de Dios que Jesús representa es la de la desapropiación, autoentrega, vacia– miento, impotencia. Sólo de esta forma, subrayóJürgen Moltmann, la persona se puede liberar del "monstruo" que mata que todos llevamos dentro, que no es otro que el deseo de ser dioses, la autodivinización, el afán de control y poder. La única fuerza capaz de liberar de esa tendencia a dominar y oprimir es la imagen (el conocimiento) del Dios crucificado, que es vulnerable e impotente; la fuerza de Dios que renuncia al poder y se hace impotente. El Dios crucificado destruye al dios en que quisiéramos convertirnos, mata al dios fals0 75 • Por eso la cruz es el lugar de la revelación de Dios: el poder de Dios es el poder de renunciar al poder y convertirse en vulnerable por otros; la mejor 75 er. Moltrnann, El Dios crucificado la CJ"W: de Cristo C07TW base y crítica de la teología cristiana, 99-100. Las interpretaciones de la muerte deJesús 209

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