BCCCAP00000000000000000000787
Jesús con una larga introducción"3. Así, por ejemplo, el Evangelio de Marcos --el primero probablemente de los escritos sobre la vida de Jesús-- relata con mucho detalle su pasión y su muerte, pero cuando llega el momento de anunciar la resurrección, dice únicamente que, tras la constatación de la tumba vacía, '1as mujeres salieron corriendo del sepulcro y no dijeron nada a nadie" (Mc 16,8). Si realmente éste era el final original del evangelio de Marcos, como así parece4, uno se pregunta cómo podía acabar sinverdadero anuncio de la resurrección, con la contemplación de la muerte en cruz deJesús y el entierro. Algo parecido ocurre en otras tradiciones del cristianismo primitivo en las que la centralidad que tiene la muerte de Jesús nos da cuenta del impacto que ésta causó en sus primeros discípulos. Sin embargo, no se puede obviar el hecho de que la importancia que ocupó el acon– tecimiento de la muerte de Jesús en la cruz fue posterior o, al menos contemporáneo, al de la experiencia de la Pascua. Esta experiencia resulta muy compleja y desborda los instrumentos del historiador, pero es ineludible en un estudio sobre el impacto de la muerte de Jesús. Por eso quiero empezar con una breve reflexión sobre el papel de la llamada "experiencia pascual" para comprender el impacto de la muerte y la cruz. Porque, aunque resulte ilógico, la comprensión de la muerte en cruz no fue el primer paso para afirmar la resurrección, sino al revés: fueron las experiencias a las que se refieren los testimo– nios literarios post-pascuales las que obligaron a girar la mirada, con mayor estupefacción todavía, hacia la muerte en cruz, con el deseo de entender el porqué. Dedicaré un breve tiempo para dejar claro cuál es este punto de partida y después intentaré explicar una de las paradojas más persis– tentes del cristianismo: que el momento de mayor humillación, mayor .vulnerabilidad, de mayor despojo de toda fuerza y de todo prestigio Frase original (en 1896) de M. Kahler; ver la traducción inglesa: Martín Kahler, The So-Called HisimUalJesus and the Historic Biblical Christ (Philadelphia: Fortress Pr, 1964), 80. er. Rafael Aguirre y Antonio Rodríguez. Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles (Estella: EVO, 1992),43-44. er. R T. France, The Cospel oJMar/¡: a rommentary on lhe Creek text (Grand Rapids, Mich.; Carlisle: W.B. Eerdmans; Patemoster Press, 2002), 685-687; Paul Danove, The End oJ Mark: A MethodologicalStudy (Leiden: EJ Brill, 1993), 119-131. 182 Carlos Gil Arbiol
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz