BCCCAP00000000000000000000786

1 Carlos Gil Arbiol Corintios XIII n.º 129 rosos acabaron con una alternativa que buscaba nuevos valores y criterios para la clasificación de las personas. Sin embargo, la resurrección de Jesús invirtió radicalmente ese final. Jesús había honrado a Dios con una obediencia hasta el límite, hasta la muerte; y esta autoentrega mediante una muerte humillante le desposeyó de todo honor. Sin embargo, Dios se lo restituyó y lo exaltó a la máxima dignidad, cumpliendo los dichos que Jesús había proclamado en vida. La autoentrega de Jesús le situó en lo más alto de una nueva escala de valoración que es la que rige en el nuevo grupo de seguidores de Jesús. Esto es lo que descubrieron sus seguidores en la experiencia de la resurrección: que lo que Jesús dijo e hizo era cierto y se había hecho realidad en él; que Dios es autoentrega (cf. Mc 10,41-45; Lc 14,27). Pablo: la solidaridad como fruto del Evangelio Cuando el estilo de vida de Jesús comenzó a extenderse gracias, en gran medida, a la solidaridad como forma de anuncio del reino de Dios, el grupo de seguidores de Jesús fue creciendo y empezó a extenderse más allá, incluso, de las fronteras de Israel. Muchos judíos y no judíos creyeron en Jesús como Mesías, como Hijo de Dios, y el grupo de creyentes aumentó; la credi- bilidad de los testigos, sin duda, tuvo que jugar un papel importante en este éxito misionero. De modo que, al aumentar el número, la solidaridad debía mantenerse y cuidarse a toda costa. Sin embargo, no todos experimentaron desde el inicio la fuerza que había transformado la vida de los primeros discí- pulos de Jesús en Galilea (cf. Mc 1,16-20). Algunos creyeron en Jesús pero su vida no cambió mucho (Lucas narra un ejemplo en Hch 5,1-11). Esto hizo que se pusiera un gran esfuerzo en generar mecanismos de solidaridad para que el Evangelio mantuviera su coherencia, su valor y siguiera siendo esperanza de los pobres. Uno de estos mecanismos será el de la colecta, que nos revela una de las claves teológicas más importantes del desarrollo del cristianismo primitivo, así como el esfuerzo por conectar la vida con la fe. a) «Acordarse de los pobres» (Gál 2,10) Aproximadamente en el año 49 d. C. se celebró en Jerusalén una asamblea a la que acudieron tres delegados de la comunidad de cristianos

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz