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La «riqueza de la pobreza» (2Cor 8)… 114 115 « 9 En cuanto al amor mutuo, no necesitáis que os escriba, ya que vosotros habéis sido instruidos por Dios para amaros mutuamente. 10 Y lo practicáis bien con los hermanos de toda Macedonia. Pero os exhortamos, hermanos, a que continuéis practicándolo más y más, 11 y a que ambicionéis vivir en tranquilidad, ocupándoos en vuestros asuntos, y trabajando con vuestras manos, como os lo tenemos ordenado, 12 a fin de que viváis dignamente ante los de fuera, y no necesitéis de nadie». En la tradición cristiana se aplicó a los apóstoles, misioneros y diri- gentes la idea de que «el obrero merece su salario» (Mt 10,10; Lc 10,7; Gál 6,6; 1Tim 5,17-18). Este derecho conllevaba explícitamente, según la tradición que Pablo hereda, el privilegio de no trabajar (1Cor 9,6). La base de esta tradición no se remonta sólo hasta Jesús, sino que se apoya en Dt 25,4. Pablo no hizo uso de este privilegio ni en Tesalónica ni en Corinto, aunque no rechazó ayuda de los filipenses, por ejemplo (cf. Flp 4,11 y 2Cor 11,7-9) y esto le trajo muchos problemas (2Cor 12,12-19). La aspiración a la «autosuficiencia» (o «autarquía») es bastante importante en la estrate- gia misionera de Pablo (1Tes 2,9; 1Cor 9,15-18; 2Cor 12,13; Flp 4,11...; cf. también 2Tes 3,6-16). Parece que esta renuncia de Pablo a ser sustentado por la comunidad y la determinación de trabajar con sus propias manos no fue un ejemplo seguido por todos los miembros de sus comunidades. Los datos que nos ofrece la Primera Carta a los Tesalonicenses nos permiten vislumbrar un conflicto intracomunitario que tiene alguna relación con el liderazgo de la comunidad y con la hospitalidad. La formación por parte de Pablo de una red de comunidades en Asia Menor, Mecedonia y Acaya ofreció la posibilidad de que hermanos de otros lugares encontraran acogida en otra comunidad, al modo de algunas asocia- ciones voluntarias. Esta muestra de amor y de solidaridad era un magnífico signo de la universalidad de la Iglesia. Sin embargo, también se prestaba a abusos: una comunidad pobre tendría más dificultad que una con muchos miembros ricos para dar cobijo a hermanos de otros lugares. Esto es lo que Pablo aborda con la respuesta que da en ese fragmen- to de la Primera Carta a los Tesalonicenses sobre el «amor mutuo» o la filadelfia . En 1Tes 4,10 Pablo parece aludir a la acogida fraterna de los her- manos que viven en la provincia de Macedonia. La hospitalidad con la que se hacía palpable la universalidad de la Iglesia tenía sus cargas económicas, especialmente pesadas para una comunidad pobre como parece que era la de Tesalónica (cf. 1Tes 2,9-10). Sin embargo, habían sido ejemplares en esta práctica (cf. 1Tes 1,3.7-9; 4,10). No es extraño que la pregunta sobre el «amor fraterno» incluyera alguna cuestión de los tesalonicenses sobre

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