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La «riqueza de la pobreza» (2Cor 8)… 112 113 ¿Qué significa reservar «lo que hayan podido ahorrar»? ¿Se trata de una parte fija que se separa semanalmente o el remanente no gastado del presupuesto semanal? ¿Había proporciones establecidas o cada uno aporta- ba lo que quería? ¿Se exigía un mínimo obligatorio o quedaba al criterio de cada uno? La expresión griega no es muy clara y existen escasos paralelos en la literatura griega en los que nos podamos apoyar. En este punto, otro texto de Pablo parece salir en nuestra ayuda: « 6 Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquin- dad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. 7 Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría» (2Cor 9,6-7). Esta aclaración de Pablo en una carta posterior a la misma comuni- dad parece aclarar los problemas que ellos mismos tenían, probablemente porque se preguntaron al inicio lo mismo que nosotros y Pablo no había establecido criterios. En este texto el criterio es la conciencia de cada uno, espoleada, podríamos decir, con la exhortación a ser generoso y animada por el deseo de una recompensa en abundancia. Pablo establece aquí un paso más respecto a la solidaridad: si Jesús había establecido la solidaridad como condición del Evangelio y Pablo como fruto, el mismo Pablo recupera aquí el valor de la solidaridad como condición de esa herencia generosa que espera a todo creyente. El desplazamiento que Pablo hace del reino de Dios al tiempo escatológico le permite volver a establecer la solidaridad como condición ética del tiempo de transición hasta que el Señor vuelva. La comunidad debe designar a los «considerados dignos», enviados a la misión de llevar el dinero a Jerusalén. La cantidad económica recaudada iba a ser, probablemente, considerable, y era necesario verificar la integridad y garantía de quienes tenían confiado el cuidado de una suma de dinero que apetecería a cualquiera. Es probable que para el viaje la suma de dinero se convirtiera en oro para hacerlo menos voluminoso; pero esto mismo facili- taba la estafa o el fraude (también el robo), por lo que era importante que la comunidad misma eligiera a sus delegados. Esta era una estrategia que Pablo utiliza a menudo y que también lo harán las comunidades fundadas por él (cf. Flp 4,10-20). Pablo se reserva su participación, únicamente si los corintios lo consideran necesario; en principio, los delegados son los que la comunidad designe. Aquí se produce un interesante conflicto de autoridad, que aparece también en el caso del que vive con la mujer de su padre (1Cor 5,1-8): la comunidad es la que tiene la máxima autoridad y debe ser ella quien designe a los delegados, pero son enviados a Jerusalén por Pablo

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