BCCCAP00000000000000000000786

1 Carlos Gil Arbiol Corintios XIII n.º 129 diencia en la profesión del Evangelio de Cristo y por la generosidad de vuestra comunión con ellos y con todos». De este modo, Pablo coloca a los creyentes en Cristo en la misma situación que Jesús: tienen la oportunidad de honrar a Dios en su obediencia, empobreciéndose; así enriquecen de hecho a otros y honran a Dios. c) «Cada uno lo que haya ahorrado» (1Cor 16,2; Flp 4) Con este fundamento teológico, Pablo organizará desde el año 49 hasta su último viaje, a finales de los años 50, una gran colecta en todas sus comunidades. Esta práctica de Pablo, que, como hemos dicho, tiene su origen en la asamblea de Jerusalén, tenía dos importantes analogías en el contexto grecorromano: las colectas que se hacían entre adoradores de ciertos cultos como el de Isis (ver los ejemplos en A. C. Thiselton: The first epistle to the Corinthians. A commentary on the Greek text , Eerdmans, Grand Rapids, 2000, p. 1318) y el impuesto para el templo que los judíos de la diáspora envia- ban regularmente a Jerusalén. Sin embargo, aunque efectivamente podía ser comprendida la colecta en esos términos, Pablo da muestras de evitar toda confusión y le da a la colecta, en radical coherencia con el sentido teológico que acabamos de presentar, una dimensión original y nueva. Así, Pablo subraya en sus cartas que la colecta no es una tasa o un impuesto, y mucho menos periódico. Se trata de un «regalo», una «gracia» (1Cor 16,4; 2Cor 8,7); es, asimismo, un «acto de servicio», de «diaconía», «de socorro» (2Cor 8,4; 9,1.12.13; Rom 15,25.31); es, además, un «acto de perte- nencia», «de fraternidad», «de solidaridad», «de comunión» (Rom 15,26); es una «bendición» (2Cor 9,5) y un acto de «servicio a Dios» (2Cor 9,12). Dios, a través de Cristo, ha dado a cada creyente todo cuanto posee; este es uno de los principios del Evangelio recibido. Si es así, la vida de cada creyente, su trabajo, su modo de ganar, poseer y gastar, su acumulación y generosidad, sus transacciones, etc., todo debe expresar la nueva condi- ción de la creación: todo es gracia y todo lo recibido debe valorarse de ese modo. El abajamiento y ensalzamiento de Cristo en la cruz servirá de modelo para el uso de los bienes: no son propiedad de ninguna de las per- sonas; ellos lo han recibido gratuitamente de Dios y a él lo deben devolver. Compartir, comunicar lo propio, solidarizarse con el que tiene menos no es una cuestión de generosidad desmedida, sino un signo y fruto del Evangelio. Con la colecta, cada creyente estaba significando lo mucho que había reci-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz