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101 100 Carlos Gil Arbiol Universidad de Deusto (Bilbao) 5. La «riqueza de la pobreza» (2Cor 8): la solidaridad como condición y fruto del Evangelio Hacia el final del siglo primero, el evangelista Lucas vuelve la mirada sobre los orígenes de la Iglesia para ofrecer a los cristianos de su tiempo una orientación. Una de sus grandes preocupaciones fue que el anuncio de Jesús, el reino de Dios, tuviese una concreción real, práctica, en la vida de los creyentes. Por ello, presentó a los primeros seguidores de Jesús en Jerusalén de este modo (cf. Hch 2,42-45): « 42 Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. 43 El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales. 44 Todos los cre- yentes vivían unidos y tenían todo en común; 45 vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno…». En esta presentación ideal de los primeros seguidores de Jesús des- taca la idea final: tenían todo en común, vendían sus posesiones y repartían todo entre todos... Se percibe que es una idea preferida de Lucas porque la repite un poco más adelante (Hch 4,32: «nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos»), como había hecho a lo largo del Evangelio (cf. Lc 6,24; 14,12; 16,1ss; 16,19ss; 18,25; 19,2ss; etc.). Aunque los exégetas digan que se trata de textos elaborados por Lucas para exhortar

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