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214 CARLOS GIL ARBIOL adaptarse al Imperio romano granjeó para el mensaje de Jesús la continuidad en la historia, matizado y corregido por las corrientes divergentes mencionadas. Tercera generación: años 110-150 Estos años van a estar marcados por una nueva estrategia: la de protección. Las nuevas circunstancias que van a marcar esta ge– neración vienen, en gran medida, determinadas por el continuo cre– cimiento de las comunidades de creyentes en Cristo fruto del éxito misionero, como hemos descrito antes. Este crecimiento, al llegar al punto en el que estamos, traspasó una frontera significativa: los grupos de creyentes comenzaron a ser visibles en el imperio, se les empezó a conocer, a poner nombre y a hostigar con mayor claridad. La progresiva separación del judaísmo, el hecho de que adquirieran un nombre ante el imperio «<christiani») dejaba a los seguidores de Jesús sin el paraguas protector de la «religio licita» que era el judaísmo y les abocaba a ser una «superstitio» que estaba penada y perseguida. Estos datos aparecen con claridad en algunos testimonios que nos han llegado hasta nuestros días. Así por ejemplo, Plinio el joven, legado imperial con facultades de gobernador en la provincia de Bi– tinia, en torno al 113 d.C., recibió de algunos ciudadanos denuncias contra los «christiani». Plinio declara su extrañeza por no haberse enfrentado antes a este tipo de acusaciones y escribió una carta al emperador Trajano (98-117) para pedirle consejoS!. En ella dice que ha descartado la posibilidad de que sean conspiradores políticos, aunque obligaba a los acusados a rendir culto al emperador para descartar problemas (a los que se negaban los mataba); en cualquíer caso los consideraba una «superstición miserable y absurda» «<su– perstitio prava et immodica»)S2. Este ejemplo refleja muy bien el 51 er. G. THEISSEN - A. MERZ, El Jesús Histórico, Sígueme, Salamanca 1999, 100-102. 52 PUNID EL JOVEN, Epístolas X, 96. Cf. D. ÁLVAREZ CINEIRA, El cristianismo en

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