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101 Carlos Gil Arbiol REVISTA BÍBLICA   2019 / 1 2 como afirma T. Donaldson, las fuentes se prestan a lecturas diversas y re- flejan, probablemente, una pluralidad en los modos de concebir el futuro de la participación de los gentiles en la adoración deYahvé: en unos casos, las fronteras parece que se diluían (y gentiles y judíos formaban parte de los adoradores de Yahvé), en otros parece que se afirmaban (separando a unos de otros en el tiempo final). Esta pluralidad es la que permite situar a Pablo con opciones propias y compatibles con el JST  31 ; volveremos so- bre este punto más adelante. En este contexto, tres textos reflejan la concepción que Pablo tiene de su misión a los gentiles y el marco de su comprensión, es decir, el por- qué y el para qué de esta misión. Estos tres textos, como vamos a ver, muestran que Pablo concibe este apostolado a los gentiles como una mi- sión para incorporarlos a las promesas, a la alianza y a Israel. El primer texto es Gal 3–4. En estos dos capítulos, Pablo despliega un elaborado argumento exegético que justifica la “adopción” (huiothesía, 4,5) de los gentiles (éthn ē , 3,14) como hijos, como descendencia de Abra- hán, por parte de Dios. Del largo argumento que Pablo elabora en la carta a los Gálatas nos interesa destacar su empeño en asemejar a los gentiles creyentes en Cristo con los judíos de nacimiento (creyentes en Cristo  32 ). Puede resultar un tanto forzado el giro exegético que debe hacer en 3,16: “Pues bien, las promesas [hai epaggelíai] fueron hechas a Abrahán y a su todo lugar de Israel [y entre los gentiles] como salvador”); Oráculos Sibilinos 3,702- 723 (“Los hijos del gran Dios vivirán todos alrededor del templo en paz [...] Y enton- ces, en verdad, las islas y todas las ciudades dirán: ‘Cuánto ama el Inmortal a estos hombres [...] Venid aquí, caídos todos sobre la tierra supliquemos al inmortal rey, Dios grande y eterno. Vayamos en procesión al templo, puesto que es el único so- berano; meditemos todos la ley del altísimo Dios, que es la más justa de todas so- bre la tierra. Nosotros nos habíamos salido, descarriados, del inmortal sendero, y honrábamos obras hechas con las manos, con insensato ánimo: ídolos y estatuas de hombres difuntos’”); 3,755-760 (“Habrá una gran paz por toda la tierra, y el rey será amigo del rey hasta el fin de los tiempos, y el Inmortal, en el cielo estrellado, hará que se cumpla una ley común para los hombres por toda la tierra, por cuantos actos han cometido los cobardes mortales; pues él es el único Dios y no hay ningún otro”); 5,265 (“Ya no danzará como bacante alrededor de tu tierra el pie impuro de los helenos, que tiene en su corazón conciencia de una misma ley divina”). Cf. D o - naldson , Judaism and the Gentiles, 503-505. 31  Cf. D onaldson , “Paul within Judaism”, § 2. 32  En efecto, en Gal 4,21-31, Pablo deja fuera de esta herencia a los judíos cir- cuncidados –incluso creyentes en Jesús– que no aceptan sus tesis, como el caso de las ramas del olivo cultivado desgajadas por su infidelidad en Rom 11,17. En ambas cartas, aunque de modos diversos, Pablo parece poner límite a los miem- bros de Israel: la fe en Jesús.

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