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LA MISERICORDIA DESDE LAS VÍCTIMAS 279 pone en el lugar del que sufre, puede entender el horizonte de una vida de fe, religiosa. Lucas presenta a Jesús comiendo muchas veces en casa de gen– te despreciable (para los dirigentes romanos y judíos), gente exclui– da por colaboracionista, inmoral, ilegal... Jesús acepta las caricias y contacto público de una mujer tachada de inmoral e indeseable por los líderes religiosos (Le 7,36ss), o frecuenta la casa de colabo– racionistas con el Imperio romano, corruptos y extorsionadores (Le 11,37-54; 14,1-6; 19,1-10). Por su parte, Mateo recoge, por dos veces (Mt 9,13; 12,7) la frase de Oseas (Os 6,6): «Misericordia quiero, que no sacrificios>> como la respuesta de Jesús a quienes le acusaban de relacionarse con pecadores, publicanos, marginados... , quienes le acusaban, en definitiva, de no ser suficientemente religioso (cumpli– dor, observante, riguroso ...) y preocuparse por quienes la religión oficial considera despreciables ... Dios solo ama, empezando por los que la religión (toda reli– gión) considera últimos; Dios solo es misericordioso; el creyente en Jesús debe aspirar a ser como él: solo misericordioso (sin querer añadir condiciones de justicia, de ética, o cualquier compensación). En este punto, la tradición que recoge Mateo es muy clara (y ac– tual): «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y habéis descuidado lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!>> (Mt 23,23- 24). Para Dios la misericordia, la acogida del excluido, es más im– portante que el cumplimiento religioso o la legalidad. Esta es una de las características más costosas de la misericordia de Dios: para descubrirla hay que ponerse en la piel del que sufre. Así, cuando Jesús cuenta las parábolas de la oveja, la moneda y el hijo perdidos, las consecuencias que se derivan son similares. Las tres las solemos leer subrayando la inmensidad de la misericor– dia de Dios; y es correcto. Pero esas parábolas tienen un mensaje demoledor para muchas personas religiosas. Así, en la tercera, la
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