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272 CARLOS GIL ARBIOL se enfrentó a las autoridades religiosas de su tiempo y que le gran– jeó la muerte. Y es también una característica que describe cómo los primeros seguidores de Jesús recordaron la peculiar experiencia que tuvo de Dios: Jesús, su vida, sus dichos y hechos, su muerte y resurrección hablaban de Dios mejor que cualquier otro testimonio o tradición. Vamos a fijarnos en algunos textos que en el naciente cristia– nismo sirvieron para explicarse a sí mismos cómo era ese rostro de Dios que Jesús mostraba. Entre ellos, destacan los textos que re– cuerdan la experiencia que Jesús tuvo de Dios y las imágenes que utiliza para explicarla (tanto como en sus silencios y omisiones). 3. El recuerdo de la experiencia que Jesús tuvo de Dios Cuando los discípulos de Jesús se propusieron cuidar y cultivar la memoria de Jesús para que no se perdiera y para que orientara el nuevo tiempo que se abría después de la destrucción de Jerusalén por los romanos el año 70 d.c., dieron especial importancia a la experiencia religiosa de Jesús, a la vivencia que Jesús había mostra– do de relación entrañable con su «Abba>> Dios. Esto lo hicieron de muchos y diversos modos. Uno de los que destacan es la decisión (repetida en los diferentes relatos) de contar su vida como una his– toria de amor que se inicia y concluye del mismo modo: con un cara a cara con Dios. En el caso del evangelista Marcos (pero se repite de otros mo– dos en el caso de los demás evangelistas) esto se descubre por la decisión de utilizar una palabra de modo exclusivo cuando Jesús aparece por primera vez (relato del bautismo: Me 1,9-11) y cuando aparece por última vez (relato de su muerte: Me 15,33-39): es el ver– bo «desgarrarse» ( oxl~w ), que solo aparece, en todo el evangelio, en estos dos momentos: en el primer caso se desgarra el cielo (Me 1,1O) y en el segundo el velo del templo (Me 15,38), las dos imágenes de lo que separaba a Dios de los hombres que, con Jesús, ha quedado

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