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69 Cf. J. M. GUNOR'1'-VOLF, "Gender and creation in 1 Cor 11 :2-16: A survey in Paul's theological method': en: J. AONA - S. J. HAFEMANN - O. HOFIUS (eds.¡, Evangelium, Schriftauslegung, Kirche. Festschrift für Peter Stuhlmacher (G6ttingen 19971151-171. 70 Cf. M. y. MACDoNALD, "Early Christian Women Married to Unbelievers": Sciences re– ligieuses/Studies in Religion 19 (1990) 221-234; ID.• "Women Holy in Body and Spirit in the Social Setting of 1 Cor 7": NTS36 (1990) 161-181. 71 Cf. C. OSIEK. "First Cor 7 and Family Questions": Bible Today35 (1997) 275-279. 93 La evolución de la imagen del cuerpo en la tradición paulina sumir en dos: mientras unos piden una señal externa de subordinación (cf. 1 Ca 11,14-15) otros alteran los signos externos de identidad sexual (cf. 1 Ca 11,4-5); los primeros podían legitimar su petición en el texto de Gn 2,21-22 mientras que los segundos en la proclamación de Ga 3,28 (que sería la inter– pretación "en el Señor" de Gn 1,26-27)69. Podemos suponer que los primeros querían que la ekklesía se rigiera por los mismos principios que la sociedad patriarcal, mientras que los segundos quizá pretendían que fuese al revés, que la sociedad (o la casa) se configurara de acuerdo a la anulación de dife– rencias sexuales. pablo, sin entrar ahora en más detalles, responde separando los criterios de organización de la ekklesia y los de la casa y ciudad. Así, Pablo estaría respondiendo aquí que el ámbito de aplicación de Ga 3,28 es fundamentalmente la ekklesia Oa reunión en asamblea, el espacio de culto), donde deben desaparecer las diferencias de género; sin embargo, ello no debe afectar, al menos del mismo modo, a la realidad doméstica y social. Por ello, defiende que tanto varones como mujeres "oren y profeticen" en la ekklesia, y por tanto defiende para ambos los 'mismos roles y funciones (l CA 11,4), pero deben hacerlo según las convenciones sociales (aquí en lo rela– tivo a la apariencia), a las que no afectaría Ga 3,28 C1 ca 11,3), al menos del mismo modo. Esto permitiría que algunas mujeres tuviesen roles destacados de liderazgo en sus comunidades (casos como los de Febe, Cloe, Prisca, Evadía, Síntique, María, Junia, Trifena, Trifosa, Pérside, Julia, etc.) y que, por lo tanto, mientras duraba la asamblea podían poner en práctica la anulación de dife– rencias sexuales (lo mismo podría decirse de los esclavos); al acabar la asam– blea, no obstante, asumirían de nuevo la estructura patriarcal de sus casas. Esto, presumiblemente, tuvo que generar problemas y tensiones en muchas casas de creyentes y, especialmente, en aquellas donde vivían también no creyentes 70 • 1 Ca 7 refleja algunos de estos conflictos entre la casa y la ekklesía a la hora de mostrar la nueva identidad de creyentes 7l , La estructura del capí-

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