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225 Carlos Gil Arbiol REVISTA BÍBLICA   2018 / 3 4 y el orden en Roma. El dominio del emperador era voluntad de los dioses, especialmente de Júpiter, que había escogido a Roma y a sus emperadores para dominar el mundo y hacer de mediadores entre la voluntad de los dio- ses y las personas, a las que este orden garantiza seguridad, paz, justicia, fecundidad. Este evangelio se expresaba en todos los aspectos de la vida pública: mediante las estatuas de las ciudades, los templos, las monedas, las fiestas, las visitas del emperador y sus enviados, la arquitectura, la lite- ratura…Muchos autores han dejado testimonios de la penetración de estas ideas y de la asunción del emperador de su propio rol  62 , así como de la exi- gencia del “culto imperial”  63 . Todo expresaba esta “teología”  64 ; así lo reco- ge W. Carter: Esta teología imperial romana afirmaba que, a través del imperio de Roma, controlado por la élite, los dioses eran soberanos del mundo, tenían el de- recho de dirigirlo y podían determinar qué tipo de sociedad humana, rela- ciones y conductas debían seguirse de ello. El acatamiento del dominio de Roma se alentaba presentando el orden del imperio como provisión de san- ción divina  65 . Esos relatos, esas historias daban forma a la identidad, al horizonte y la experiencia de la vida de todo habitante del Imperio; son las historias de lo que eran. Y esta identidad se expresaba en el dominio, sometimiento y ejercicio del poder y control sobre los demás, en una estricta jerarquía en la que Roma estaba por encima de todos los demás pueblos, en un orden sagrado que se extendía también dentro del Imperio. Uno de los métodos que Roma utilizaba para imponer esta visión y salvaguardar el orden y el poder de los dioses de Roma fue, precisamente, la fuerza, la imposición y el terror mediante la crucifixión  66 . Este castigo se utilizó generalmente con los ladrones violentos que trabajaban en bandas e impedían el comer- cio y el desarrollo, los rebeldes políticos que minaban el orden del Imperio, los vencidos de pueblos conquistados por Roma que se habían opuesto arrogantemente, los esclavos que participaban en rebeliones o se levanta- ban contra su amo; no se utilizó con ciudadanos romanos  67 . La crucifixión 62 V irgilio , Eneida 6.851-853; S éneca , Clementia 1.1.2; T ácito , Annales 13.51. 63  Cf. D as , Paul and the stories of Israel grand thematic narratives in Galatians, 179- 215. 64  Cf. las imágenes del Sebasteion de Afrodisias y la reconstrucción que ofrecen C rossan – R eed , In search of Paul, 17-23. 65  Cf. C arter , El Imperio romano y el Nuevo Testamento, 128 (cf. todo el capítulo 6 en pp. 125-148). 66  Cf. H engel , Crucifixion in the Ancient World; S amuelsson , Crucifixion in antiquity . 67  Cf. C hapman , Ancient Jewish and Christian perceptions of crucifixion, 44.

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