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212 LA CRUZ Y EL IMPERIO EN EL PROYECTO DE PABLO REVISTA BÍBLICA   2018 / 3 4 experiencia de quien se enfrenta ante el precepto de “no codiciarás [ouk epithym ē seis]” (cf. Ex 20,17; Dt 5,21): resulta imposible de cumplir  24 . Todo su razonamiento se basa en su experiencia como fiel seguidor de la Ley, no en una hipotética nueva concepción de sí mismo que haya adquiri- do tras su vocación, puesto que de Jesús Mesías no habla hasta el último versículo. Pablo, como toda persona, experimenta una división entre su vo- luntad, su mente (nous), que le acerca a la Ley y aYahvé, y su carne (sarx), que es codiciosa y le aleja de la Ley y de Yahvé  25 . Es la misma Ley la que le muestra su limitación: “Yo no conocí el pecado sino por la Ley”; “en cuanto sobrevino el precepto revivió el pecado”; así también lo afirma en Gal 2,19: “Yo, por la Ley, he muerto a la Ley”. Estas referencias sugie- ren que Pablo ha sido consciente en algún momento de su vida de la inca- pacidad humana para cumplir (toda) la Ley  26 . Si este hecho influyó o no en su “exagerado celo por las tradiciones ancestrales”, es imposible de saber, pero resulta plausible  27 . En cualquier caso, sirve para entender el efecto que pudo causar la imagen que los helenistas presentaron de un crucifica- do que daba la paz y la curación a un fariseo cuya experiencia con la Ley (al menos con el último de los mandamientos: “no codiciarás”) era tan frustrante  28 . 24  No es casualidad que la interpretación de este precepto por parte de los se- guidores judeos de Jesús, que han dejado su huella en tradiciones recogidas por Mateo, sea muy radical: “Habéis oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pues yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola [epithym ē sai], ya cometió adulte- rio con ella en su corazón” (Mt 5,27-28). Esta interpretación radical se hace tam- bién en la carta de Santiago: “Quien observa toda la Ley, pero falta en un solo pre- cepto, se hace reo de todos. Pues el que dijo: ‘No adulteres’, dijo también: ‘No mates’. Si no adulteras, pero matas, eres transgresor de la Ley” (Sant 2,9-11). Pa- blo, pues, no escoge al azar un precepto cualquiera, sino uno que los propios se- guidores de Jesús utilizaban para radicalizarlo y mostrar así su peculiar compren- sión de la identidad judía. 25  Esto no es contradictorio con lo que Pablo afirma en Flp 3,6: “En cuanto a la justicia de la Ley, [soy] intachable” (katà dikaiosyn ē n t ē n en nóm ō genómenos ámemp- tos), puesto que ahí Pablo habla de su voluntad de cumplir la Ley, que es la que puede o no ser intachable, como dice en Rom 7,25: “Soy yo mismo quien con la mente sirvo a la Ley de Dios” (Ára son autòs eg ō t ō mèn noì douleú ō nóm ō theou t ē dè sarkì nóm ō hamartías) . 26  Cf. S chweitzer , The mysticism of Paul the Apostle, 213-214. En esta misma línea se situaban IV Esdras y II Baruc. 27  Cf. T heissen , Psychological Aspects of Pauline Theology, 228-250. 28  Pablo no se muestra más codicioso que nadie; únicamente ha hecho cons- ciente la radical naturaleza humana, como afirma R. Williams: “El propio yo se vuelve adulto y veraz al enfrentarse a la naturaleza incurable de su deseo: el mun-

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