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205 Carlos Gil Arbiol REVISTA BÍBLICA 2018 / 3 4 (como la disputa sobre la carne sacrificada a los ídolos). Distinguir unos y otros no es fácil en ocasiones y queda al criterio del intérprete en el marco del debate académico y riguroso entre especialistas. No deberían caber, en este punto, injerencias doctrinales de una u otra tradición cristiana para de- fender su propio estatus ante las demás o para atajar falsamente legítimos debates académicos. Jerarquizar esas afirmaciones es una tarea del intér- prete, que le exige un esfuerzo para comprender la cosmovisión paulina y utilizarla como marco de comprensión de sus cartas. Este ejercicio de re- construcción del universo simbólico de Pablo es muy difícil y se corre el riesgo de proyectar la visión del exegeta, pero es ineludible, porque, de no hacerlo, nos quedamos sin herramientas para valorar precisamente nuestro etnocentrismo o dogmatismo. Y, en quinto lugar, asumo, como explicaré en lo que sigue, que la cosmovisión paulina fue durante toda su vida judía (aclararé qué entiendo por “judía”), si bien se vio alterada en un momento determinado por la ne- cesaria incorporación (por fuerza de experiencias del Espíritu, de las que hablaremos) del hecho de que un crucificado por los romanos era el Mesías esperado. Que un crucificado fuese el Mesías alteró algunas de las convic- ciones fundamentales que daban coherencia y significado a su cosmovi- sión, obligándole a resituarlas, siempre dentro del marco de la identidad judía en la que se movió. La mayor innovación no fue el hecho de aceptar a un crucificado como Mesías; este fue el punto de partida de los cambios que tuvo que introducir. Fue, más bien, la nueva imagen de Yahvé que se desprendía del hecho de haber exaltado a lo más alto a un judío que había muerto en la cruz y cuya muerte había resultado teológicamente revelado- ra. La imagen de Yahvé quedó marcada por ese hecho y exigió algunos cambios en el modo de concebir a Dios, a Israel, al mundo y a su lugar y tiempo en él. Esto es el punto nuclear de su misión. Para abordar lo planteado aquí me propongo un recorrido por las etapas de esta transformación, que tienen su punto de partida en el conflic- to surgido entre los propios seguidores de Jesús respecto a las consecuen- cias de la vida, muerte y resurrección de Jesús. Las diferencias en este pun- to causaron una profunda división en los primeros años; Pablo aparece en escena en medio de uno de esos grupos. En segundo lugar, presentaré el papel central que tuvo la cruz de Jesús en la alteración de su cosmovisión judía y cómo, en tercer lugar, la comprensión del Crucificado le obligó a sacar una serie de consecuencias en su modo de vivir en el Imperio roma- no. Por último, presentaré algunos ejemplos sobre cómo ese punto de par- tida, la cruz, no fue solo el punto de partida, sino también el camino y el modo de llevar adelante la misión de restaurar Israel.
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