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C a r l o s G i l A r b i o l 402 judíos y gentiles (Rm 14,1-23). A partir de las cartas de sus discípulos, la rela- ción de mujeres y varones y la de esclavos y amos quedará condicionada a sus lugares sociales según el código doméstico, que se incorpora como modelo de organización también de la ἐκκλησία . Un aspecto interesante, desde nuestro punto de vista, es un problema técnico que se debió presentar a los discípulos de Pablo cuando quisieron moderar las resistencias de Pablo al patriarcado y, más concretamente, los textos en los que daba a las mujeres autoridad para orar y profetizar en las asambleas en igualdad de condiciones que los varones (1 Co 11,4-5 y 14,31; cf. Ga 3,28). Parece que se resolvió insertando dos versículos (1 Co 14,34-35) en un lugar estratégico del discurso de Pablo en el que el apóstol alertaba con severidad sobre los peligros del desorden y la falta de respeto mutuo en el transcurso de las asambleas (1 Co 14,31-33.36-38) 85 . Esos versículos se elaboraron a partir de material de las cartas pastorales en las que se pedía silencio a las mujeres (1 Tim 2,11-13) y se insertaron aquí para contrarrestar (y neutralizar) la autoridad de las mujeres para intervenir y liderar las asambleas. De este modo, la utilización y generalización de los códigos domésticos se retro-proyectaba hasta el mismo Pablo 86 . Sin embargo, la asimilación del patriarcado no fue la única respuesta al fracaso de la estrategia paulina. Durante el siglo segundo circularon unas leyendas (que cuajaron en un texto literario muy popular: HchPab) en las que Pablo y Tecla aparecen muy activos contra los intentos de reducir el lugar de las mujeres al ámbito doméstico. Una parte de este relato tiene como prota- gonista a Tecla, una mujer acomodada y de buena posición que renuncia al compromiso matrimonial concertado por su familia y, por tanto, a su papel de esposa sumisa; ese acto de rebelión le granjea la sentencia de muerte (el texto no ahorra dramatismos al presentar a la misma madre de Tecla como instigadora del juicio y condena por el deshonor que su comportamiento 85 Cf. W. O. W alker , “Interpolations in the Pauline letters”, en: S. E. P orter (ed.), Pauline canon (Leiden; Boston 2004) 189-235 (esp. 228-235). 86 Quien más ha elaborado la historia de esa inserción es Philip Payne, que publicó varios artículos detallados sobre los aspectos paleográficos y papirológicos y un libro que recogía los resultados: P. B. P ayne , Man and woman, one in Christ: an exegetical and theological study of Paul’s Letters (Grand Rapids 2009). Aunque cada razón por separado de las ofrecidas para defender la interpolación es cuestionable, el conjunto resulta coherente y va ganando apoyos en el ámbito académico; ver, por ejemplo: A. L avrinoviča , “What shall we do with the verse 33b? Analysis of the oldest external data on the 1 Cor. 14:33b-40”: Protestantismo em Revista 34 (2014) 3-25.

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