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E l f r a c a s o d e l p r o y e c t o d e P a b l o y s u r e c o n s t r u c c i ó n 375 “proyecto”), no hay que olvidar que este proyecto compartía muchas caracterís- ticas con la común misión de los creyentes en Cristo 2 . A pesar de su diferente origen y horizonte y, por tanto, de su diferente proyecto, la comprensión de la misión que se enraizaba en el acontecimiento histórico de Jesús era bási- camente compartida. Pablo comparte la centralidad de este acontecimiento de Jesús (entendiendo por tal toda la vida, muerte y resurrección), si bien los acentos, las jerarquías y las consecuencias van a ser diversas. Esta diversidad de proyectos en lo que podíamos llamar, aun a riesgo de resultar simplistas, una común misión, se plasmó en diferentes grupos y círculos de seguidores de Jesús, parcialmente solapados 3 , que evolucionaron de modo diferente durante las primeras cuatro generaciones. A partir de la tercera (aprox. 110-150 e.c.), no obstante, se percibe un mayor esfuerzo de convergencia en las corrientes hegemónicas, y algunos círculos tuvieron mayor presencia e influencia en centros urbanos influyentes. Cabría proponerlo al revés: fueron los círculos que se asentaron en ciudades importantes del imperio los que estuvieron en mejores condiciones para ejercer una función hegemónica en el proceso de nacimiento del cristianismo. En cualquier caso, la pluralidad de proyectos misioneros caracteriza todo el proceso formativo del cristianismo. Ya en la primera generación es fácil distinguir diferentes círculos 4 entre los que podemos destacar cuatro, según un consenso generalizado 5 : primero, los más vinculados a las prácticas de pureza ritual (relacionados con Santiago en Jerusalén); segundo, los vinculados a ciertas prácticas de pureza ritual (mí- entre los segundos, ver: C. C. H ill , Hellenists and Hebrews: reappraising division within the earliest church (Minneapolis 1992) y E. J. S chnabel , Early Christian mission (Downers Grove, Ill. 2004) 1:654-662. 2 Parto de la comprensión de que la misión de los seguidores de Jesús durante la primera generación se enmarca dentro del judaísmo plural de periodo del Segundo Templo y, además, dentro del conjunto de creyentes en Cristo que surge dentro del judaísmo. Esta misión es, por tanto, una misión intra-judía. 3 Sobre este punto la literatura es ingente; véase el consenso que se percibe en estas obras: M. P esce , Da Gesù al cristianesimo (Brescia 2011); R. P enna , Le prime comunità cristiane: persone, tempi, luoghi, forme, credenze (Roma 2011); L. M. W hite , De Jesús al cristianismo: el Nuevo Testamento y la fe cristiana, un proceso de cuatro generaciones (Estella 2007); R. A guirre ( ed .) , Así empezó el cristianismo (Estella 2010). 4 Quizá es preferible el término “círculo” o “línea” sobre el de “tradición”, ya que éste parece conllevar la idea de continuidad entre el pasado y el presente mediante una cadena de transmisores que garantizan que el presente es continuidad de un pasado (que generalmente es una construcción social); ver la útil reflexión de A. D estro – M. P esce , Il racconto e la scrittura: introduzione alla lettura dei vangeli (Roma 2014) 71-78. 5 Cf. la presentación que hace François Vouga a partir del texto de 1 Co 5,3-8 en: F. V ouga , Los primeros pasos del cristianismo: escritos, protagonistas, debates (Estella 2001) 33-56.

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