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C a r l o s G i l A r b i o l 400 los que hablaba de la llegada inminente del fin; aquello que tenía sentido para la primera generación (años 50 e.c.) ya no lo tenía durante la segunda generación y se corrigió (aunque hubiera que escribir una carta en su nom- bre para hacerlo). Este cambio en el proyecto de Pablo es muy significativo porque muestra la libertad y confianza con que adaptaron los rasgos caducos del proyecto de Pablo para darle una nueva identidad y, así, continuidad. Otro ejemplo de la transformación de aquella urgencia escatológica aparece en la Segunda Carta de Pedro 80 , donde se menciona explícitamente un conjunto de cartas de Pablo (2 P 3,15-16) a quien el autor reconoce como “querido hermano”. La pseudoepigrafía atribuye esta carta a Pedro, a quien vincula además con los líderes de Jerusalén (Pedro, Santiago y Juan, que son aludidos por la mención en primera persona del plural del pasaje de la transfiguración: Mt 17,1-8; 2 P 1,16-18). Uno de los argumentos de la carta es justificar el retraso de la parusía mediante la idea de la paciencia de Dios: “No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de la paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan…” (2 P 3,9). Su posible función como conclusión de un conjunto de escrituras sagradas logra darle el efecto de un testamento conjunto que aúna la memoria de Pablo y Pedro (y, quizá Santiago) 81 . En cierto modo de forma paralela, la concepción apocalíptica de la his- toria se fue ignorando (manteniéndose residual en algunos grupos marginales dentro de los seguidores de Jesús) y con ella algunas actitudes de resistencia y de distancia respecto a las instituciones imperiales que habían caracterizado la visión apocalíptica de la historia. Se impuso una visión más cercana y positiva respecto al patriarcado y a las autoridades imperiales y se elaboró un discurso para ciudadanos modelo, como vamos a ver a continuación. 4. LA ἘΚΚΛΗΣΊΑ DOMÉSTICA COMO REFLEJO DE LA IMAGEN DE DIOS El carácter social de la ἐκκλησία como reflejo de la cruz de Jesús, que para Pablo había tenido un perfil marginal y distante de modelos culturales hegemónicos, se transformó hacia perfiles sociales más domésticos y polí- 80 Cf. M oreschini – N orelli , Historia de la literatura cristiana antigua y latina I , 138-139. 81 Cf. D. T robisch , The first edition of the New Testament (Oxford; New York 2000) 86-96.
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