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C a r l o s G i l A r b i o l 392 a los principados y potestades de los cielos (Ef 3,8-10) 49 . Todo ello apunta en una misma dirección: mientras que Pablo todavía esperaba que la savia de aquel olivo centenario que era Israel revitalizara las ramas del olivo silvestre que eran las naciones, y viceversa, para compartir el mismo destino y dar el mismo fruto en un futuro cercano (cf. Rm 11,16-24), ahora la mirada está puesta en la ἐκκλησία como la única que acoge y realiza ya aquella promesa en el presente 50 que, como veremos más adelante, es definida como el conjunto de bautizados sentados ya en el cielo con Cristo (Ef 2,6) 51 . Por su parte, Lucas, en el segundo volumen de su obra a finales del siglo I o inicios del siglo II 52 , pone en boca de Pablo la renuncia que muchos creyentes en Cristo habían hecho de la posibilidad de que Israel creyera en Jesús como mesías. El Pablo de Hch declara: “se ha embotado el corazón de este pueblo… Sabed pues que esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles; ellos sí que la oirán” (Hch 28,23-28) 53 . El contraste con lo que el mis- mo Pablo esperaba, tal como aparece en Rm 11,26, resulta muy claro 54 . Unos y otros autores sentaron las bases para esta transformación de un aparente fracaso en un éxito futuro. Igualmente, la comprensión que Pablo tenía de la Torá resultaba un tanto problemática a partir del año 70 e.c. por dos motivos. Por una parte, resultaba difícil de entender y de explicar, fundamentalmente porque tenía como objeto “salvar” a Israel y mantener la esperanza de que el “Israel según la carne” se convirtiera en el “Israel de Dios”. Los seguidores de Jesús a partir de la segunda generación fueron abandonando progresivamente esa esperanza y ya no esperaban que Israel (el conjunto de todos los hebreos) creyera en Jesús como Mesías (cf. Hch 28,23-28). Por ello, Lucas presentó a Pablo, igual que a Jesús, como fiel cumplidor de la ley; ambos se muestran fieles a las tradiciones, promesas y prácticas judías mientras que el judaísmo hegemónico posterior al año 70 e.c. es presentado desviándose de sus propias raíces; Jesús 49 Cf. B arbaglio , Pablo de Tarso y los orígenes cristianos, 238-239. 50 Cf. J. S anchez B osch , Efesios y Colosenses, ¿dos cartas de Pablo? (Estella 2009) 201. 51 Cf. P ervo , Pablo después de Pablo, 127. 52 Cf. P. V ielhauer , Historia de la literatura cristiana primitiva: introducción al NT, los apócrifos y los Santos Padres (Salamanca 1991) 424; C. M oreschini – E. N orelli , Historia de la literatura cristiana antigua y latina I (Madrid 2006) 61. 53 Cf. D. P. M oessner – D. M arguerat – M. C. P arsons – M. W olter , Paul and the heritage of Israel: Paul’s claim upon Israel’s legacy in Luke and Acts in the light of the Pauline letters (London; New York 2012). 54 Cf. D. M arguerat , “Paul apres Paul: une histoire de reception”: NTS 54 (2008) 317-337 (esp. 327).
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