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El carisma de Pablo y su imagen de Jesús 2 C.J. Gil Arbiol 02/03/2017 difícil imaginar la reacción de los oponentes de Pablo ante tales pretensiones. Sin embargo, para Pablo, aquí se esconde el núcleo de su experiencia carismática: Jesús se le reveló como fuerza en la debilidad. Vamos a acercarnos a algunos textos que nos revelan entresijos de su pasión, de su carisma y de su estrategia misionera. El punto de partida lo podemos situar en Damasco, aunque, evidentemente, Pablo llega a Damasco tras una trayectoria previa como fariseo. Ahí dará un vuelco su vida; y ahí podemos entender en gran medida su vida posterior y su interés misionero. Un texto de la Segunda Carta a los Corintios nos va a descubrir la interpretación que Pablo hace de aquel acontecimiento: 2 Cor 3,12-18. 2. La experiencia de Pablo según 2 Cor 3,12-18. Hay una serie de testimonios de Pablo a los que generalmente se recurre cuando alguien se quiere asomar al proceso personal de transformación de Pablo. Entre estos destacan 1Cor 15,1–11; Gal 1,13–17 y Flp 3,2–14. Sin embargo, Pablo en ellos no describe ningún acontecimiento: se remite a las consecuencias que la experiencia de Damasco tuvo en su vida. Son textos muy sintéticos en los que Pablo utiliza términos técnicos que se utilizaban en el cristianismo primitivo para mencionar experiencias difíciles de explicar: “se me apareció”, “reveló en mí”, “me llamó”, “conocimiento de Cristo”, etc. A diferencia de estos textos, en 2 Cor 3,12-18 Pablo incorpora unas imágenes muy plásticas y las aplica a una situación polémica de enfrentamiento con unos opositores suyos. El tema que se debate aquí es el “ministerio de la justicia” (o “del Espíritu”, “de la Nueva Alianza”) que Pablo defiende frente al “de la condenación” (o “de la letra”, “de la muerte”). El motivo de este capítulo 3 es la defensa que hace Pablo de la inauguración con Cristo de una nueva alianza que supera y hace caduca la antigua. Para ello, Pablo toma unas imágenes del libro del Éxodo (Ex 34,33-35) y, al hacer su propia interpretación, nos descubre, quizá sin quererlo, el fondo de su mente y de su corazón. El texto de Éxodo 34,29-35 narra el descenso de Moisés del monte Sinaí con las tablas de la Ley. Moisés baja con la cara iluminada por la contemplación de Yahvé y esto le obliga a ponerse un velo en la cara para que los que le miraran no temieran. El bello texto de Éxodo es releído por Pablo al estilo rabínico, haciendo una exégesis alegórica y aplicando ese pasaje a su propia situación. El velo de Moisés es interpretado por Pablo como un signo de la providencia de Dios, que había entregado la ley a Moisés con fecha de caducidad (2 Cor 3,13); pero, a causa del velo, no pudieron darse cuenta: “sólo en Cristo queda destruido” (2 Cor 3,14). ¿Qué nos dice aquí Pablo de sí mismo? ¿A qué experiencia alude Pablo? 1) Su experiencia con la ley. Como fariseo (fanático, según él mismo –Gal 1,14-) toda su vida giraba en torno al cumplimiento de la ley, fundamento de su identidad como judío. Sin embargo, como dirá en su última carta (Rom 7,7-25), la experiencia que Pablo tenía de la ley era ambigua, aunque aparentemente no tenía ninguna fisura y su postura de fariseo fanático no dejara lugar a dudas. Pero al final de su vida dio

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