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de toda su vida, culminó durante los años de episcopado. Y no sólo a nivel práctico y popular, sino teórico. En muchas de sus pastorales aparece de modo esporádico la llamada a María, a quien dedica de lleno la exhortación con que quiso conmemorar el concilio de Efeso (1931). La de 1917 - Gritos de paz - parecería un eco de las simultáneas apariciones de Fátíma, cuando nos habla de los clamores de la Virgen o de sus palabras a los pastorcitos ; pero nada de eso: lo que Monseñor Amigó tenía ante sí eran Lourdes y La Salette, con el perenne mensaje mariano de · la paz. Conclusión: retrato espiritual Aunque solo a ráfagas y siempre más con hechos que con declamaciones, han aflorado en las páginas precedentes muchas de las virtudes insignes de de este fraile-obispo capuchino. Pudieran corro– borarse todavía bastantes más con un copiosísimo documental de anécdotas y testimonios, tales como la caridad para con Dios y el prójimo, su humildad profunda, la mansedumbre y dulzura exquisitas, que hacían pensar en san Francisco de Sales, a quien, junto con san Juan de Ribera, consideraba modelo a imitar en el episcopado; su espíritu de oración, los carismas sobrenaturales, como aquel 51

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